top of page

Inquietudes nacionales

China sugiere a Estados Unidos cambiar la moneda dólar y "reinventar" otra para empezar a salir de la crisis. ¿Es solo un problema monetario o la crisis tiene raíces más profundas?


El planteamiento nos recuerda el largo e intenso debate que tuvo el mundo en la década de los setenta luego del rompimiento unilateral por parte de los EEUU del vínculo dólar-oro establecido en el Convenio de Bretton Woods. Se buscaba afanosamente crear una moneda que diera solvencia a la nueva realidad monetaria, con menor dependencia en las decisiones de un país, que fuera estable y reconociera los cambios en el mundo económico. Así nacieron los Derechos Especiales de Giro emitidos por el FMI, conocidos como DEG, cuyo valor es calculado por una cesta de monedas, pero que en la práctica al ser una moneda de cuenta que se crea para dar liquidez sin presencia física ni capacidad para realizar transacciones comunes, no tienen una utilización común.


Ahora China pone sobre la mesa una propuesta similar que buscaría establecer otra moneda calculada en base de los precios de los principales productos básicos que se transan en los mercados mundiales. La razón de fondo es la misma de hace casi cuarenta años: encontrar un medio estable de valor y cambio que permita realizar transacciones con mayor seguridad y sin las incertidumbres ocasionadas por las pérdidas en las fluctuaciones de la moneda.


En ese sentido se busca quitarle al dólar y a las demás de curso internacional como el euro o el yen, el privilegio de su aceptación mundial. Para ello hay que contar con el apoyo de los países emisores de esas monedas, lo cual como podemos imaginar no tiene viabilidad política ni económica. Resulta difícil pensar en la posibilidad de acordar un cesión de esta suerte de “soberanía monetaria mundial” a favor de una nueva moneda, que es un híbrido político y económico.


El camino lógico, que tiene sus obstáculos evidentes es reformar el sistema de supervisión y regulación mundial de las economías, con normas y principios de aplicación obligatoria para todos los países sin excepción alguna; y, fijar mecanismos de resolución de controversias que defiendan un ambiente económico equilibrado, transparente, predecible. Ahí, el valor de las monedas internacionales será mucho más estable. La resolución última del G-20 va en ese camino.


En que consisten las diferencias en el manejo de la economía ecuatoriana versus otras economías que están aplicando a líneas con el Fondo y otros multilaterales.


Radican en la defensa de los principios que son más apropiados para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y la sostenibilidad de los programas económicos a lo largo del tiempo. Mientras unos países consideran que los equilibrios macroeconómicos y el mantenimiento de un sistema competitivo de mercado son fundamentales para tener una economía que resuelve sus problemas sociales con crecimiento en un ambiente de estabilidad y oportunidades, otros menosprecian esta estrategia y buscan hacerlo sin la atención a estos principios. Privilegian el papel del Estado en la economía e introducen normas que desnaturalizan la forma de sostener la eficiencia y competencia.


Se trata entonces de dos visiones, que en algunos casos tienen posturas que extreman las diferencias y que confunden medios con fines de la política económica. Por eso, para los primeros, la solución de los problemas depende de la forma como se construye una sociedad democrática, en libertad y con un sistema de mercados; mientras que para los segundos la realidad del momento es la que condiciona las decisiones, no su viabilidad o compatibilidad con un régimen democrático.


En la mayoría de países del mundo se están aplicando los principios de política económica ortodoxa, que más allá de la actual crisis, ha permitido cambiar la estructura de la distribución de la riqueza mundial a favor de más países participantes, aún cuando muchos problemas de inequidad continúan vigentes. Por eso, todos los multilaterales al hacer sus evaluaciones utilizan estos principios y apoyan a aquellos que ofrecen certidumbre en su futuro. No es un problema de soberanía u orgullo nacional, sino de capacidad intelectual y real de demostrar que se hacen bien las cosas. Brasil es un ejemplo de realismo económico. Utiliza los recursos del FMI cuando le conviene, pero siempre cuida que su política económica sea coherente y cultive las relaciones con sus socios los trabajadores, empresarios y mercados internacionales.


Por qué otros países pueden bajar las tasas de interés y crear fondos de apoyo a la producción y en el Ecuador andamos en contra vía.


Básicamente porque cuidaron los excedentes que obtuvieron durante sus años de bonanza económica y, ahora pueden y deben disponerlos precisamente para minimizar los daños que trae consigo el complejo problema mundial.


En apoyo de sus monedas y para evitar devaluaciones incontroladas han utilizado parte de las reservas internacionales. Con esta protección externa, un buen saldo de ahorro fiscal, la reducción de su deuda externa, están en capacidad de bajar los encajes legales, crear fondos de apoyo a la producción, el empleo y los salarios, en búsqueda de tener mayores disponibilidades monetarias que generen facilidades crediticias y tasas de interés inferiores en un ambiente de baja inflación. Se conforma de esta manera un círculo de defensa del bienestar.


Obviamente esto significa usar parte de lo acumulado que es el objetivo central de estos fondos de apoyo contra cíclicos, de los que tanto hablamos y discutimos en el país, pero que finalmente sucumbieron. Por supuesto, y aunque esto suene a redundante, los países sin estas defensas no pueden darse este “lujo” y están condenados a políticas restrictivas de todo orden.


Estos estímulos, entre los cuales está la reducción del salario real vía devaluación, buscan establecer un ambiente que reconforte el consumo y permita a la producción competir en los mercados internacionales, para lo cual no se necesita controlar los precios ya que ellos se comportan en términos favorables al consumidor, lo cual da también al productor una señal de perseguir la eficiencia para crecer.



DESTACADOS:


Los países que cuidaron los excedentes de su bonanza ahora lo disponen para minimizar los daños del problema mundial.




Colaboración

Diario El Comercio

7 de Abril del 2009


bottom of page