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Al tanteo

El gobierno está comprometido con la dolarización. Lo ha dicho muchas veces a pesar de que no comulga con ella. Ese es su compromiso y se espera que lo cumpla. Sabe además que no hay una salida fácil. Para ello necesita recomponer su política económica, fijar metas claras, cubrir los déficits conocidos.


Algunas acciones empiezan a perfilarse como la de reducir a menos de la mitad las inversiones públicas. Esto era inevitable. Lo han hecho muchos gobiernos y ahora se repite la historia. A lo mejor necesitan cortar más, pero no lo sabemos porque no hay una meta fijada. El país no tiene un presupuesto al cual referirse. La ministra de finanzas da ciertas cifras, mientras el de coordinación señala unas distintas. Lo cierto es que la caja fiscal hace agua. Ya no aguanta.


También debe racionalizar los gastos comunes. No puede seguir concediendo beneficios, compensaciones sin mirar la productividad de los servidores públicos. Es fundamental vincular resultados con remuneración y eso todavía está extraviado en este gobierno. Además estos gastos consumen prácticamente todo el ingreso pagado por los contribuyentes, y eso ¡ya es muy alto!


Las empresas públicas tampoco dan resultados. Se confirma su decadencia e incapacidad para llevar con responsabilidad y eficiencia sus obligaciones. Han despilfarrado cientos de millones de dólares. Ahora están sometidas a reestructuración con despidos de empleados y amenazas del mismo gobierno de liquidarlas.


En el campo externo el gobierno escogió el viejo camino de los encarecimientos y las restricciones a las importaciones en franco ataque a los consumidores que verán como suben los precios de muchos artículos de consumo y cae su ingreso. Además concedió protección a ciertas industrias que podrán aprovechar el mercado cautivo con precios superiores. Sin embargo, nadie sabe cual es la meta del déficit externo y como se la va a financiar. Este déficit exige decisiones y las restricciones deben ir a la cola de otras que permitan un control más transparente de los resultados. Por ejemplo, es increíble que el país siga comprando bienes de capital al contado cuando no tiene dinero para hacerlo. Lo recomendable es condicionar estas importaciones a la obtención de créditos externos cuyos intereses sean reconocidos para la deducción de impuestos. Pero a una tasa razonable y no el 3.25% que acaba de fijar el BCE. De esta forma, los recargos o cupos, cuya administración traerá dolores de cabeza se vuelven complementarios de la defensa al ciudadano común y no de ciertas actividades.


En resumen se ve decisiones de corregir el rumbo pero no se sabe cual es el compromiso que se adquiere. Sólo se conoce que la crisis es dura, pero nadie dice hasta donde llegará.


DESTACADO


Volvió la vieja receta de los encarecimientos y protecciones en franco ataque al ingreso del ciudadano.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Febrero 5 del 2009

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