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Tiempos duros

¿Qué hay detrás de un insulto? ¿Por qué se agrede? ¿Cuáles son las causas de una amenaza? ¿No habrá en el fondo un temor a debatir?. A poner a prueba los argumentos. A aceptar que la razón es mas potente que la fuerza. Porque no hay otra forma de entender esa agresividad ante quien discrepa y fundamenta.


El gobierno ahora acepta que hay una crisis y que vendrán días difíciles. Ojalá tome conciencia y cambie el rumbo de sus decisiones económicas. Se lo dijo hace más de seis meses. Perdón, rectifico. Se lo viene advirtiendo al país y a los gobiernos de turno desde el año 2002. Y si queremos ser más claros, esto que hoy nos agobia ya se lo conoce desde antes de la era cristiana. Sólo hay que volver a leer La Biblia.


Los tiempos duros no son algo que cayó del cielo como un balde de agua helada. Eran previsibles. Por eso muchos países si oyeron las advertencias de ser prudentes y guardaron un poco en la mullapa. Ahora ven el tesoro acumulado y lo que vale en términos de empleo y equidad.


Sin embargo, a pesar de todo lo que se ha descaminado todavía hay tiempo de rectificación. Lo que se necesita es entrar en la etapa de enmienda para llegar a la de acciones. Eso significa botar dogmatismos, reconocer errores, aunar esfuerzos.


Admitir por ejemplo que nos van a faltar algunos miles de millones de dólares y que por eso se debe enmendar las relaciones con las instituciones internacionales para cubrir esta brecha que pone en jaque el funcionamiento de la economía el próximo año. Saber que las soluciones caminan por otro sendero. Sólo pensemos que el “ahorro” de la moratoria de la deuda, sin tomar en cuenta la “catarata” de efectos negativos, podría ser de 390 millones de dólares anuales, mientras el efecto de la reducción de producción por ser miembros “cumplidores” de las resoluciones de la OPEP, multiplicando los 60 mil barriles diarios de los dos recortes por, digamos, 30 dólares cada uno, nos hace perder 657 millones de dólares en el 2009. ¿Dónde está el negocio nacional de hacer esto? Y si a eso le sumamos la “catarata” de daños, el balance es peor. O ¿es que acaso no vamos a cumplir lo resuelto por el cartel petrolero? Pero, aún así la cosa sigue fea.


Se dirá que el honor no tiene precio. Y eso es verdad. Pero aquí no está en juego aquello sino el bienestar de todos los ecuatorianos. Ya no tenemos fondos de estabilización porque nos comimos los ahorros y la caja fiscal tiene problemas. Ahora perdemos fuentes de financiamiento internacionales por la moratoria de la deuda y encima vamos a reducir la producción petrolera, para que a lo mejor (?) otros ganen.


Por ahí no camina la solución y la respuesta no son insultos sino propuestas objetivas de solución. Que no se marquen por la fuerza sino por la razón. Así los tiempos duros se hacen más llevaderos y las crisis mejor comprendidas.



DESTACADO


Las soluciones a una crisis no se imponen por la fuerza sino por la razón y el entendimiento.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Diciembre 23 del 2008

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