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Problemas a la vista

“Putin, Ahmadineyad y Chavez han sido descritos de muchas maneras. Pero nunca como paladines en la lucha contra el calentamiento global. La sorpresa es que sin proponérselo, en eso se están convirtiendo. Sus agresivas conductas internacionales están creando más incentivos que nunca para que el mundo busque aceleradamente alternativas al petróleo. Y un mundo que depende menos de los hidrocarburos es un mundo más limpio.”


Así empieza Moisés Naím su artículo publicado el 24 de agosto pasado en El País y que lo titula “La revolución verde de Putín, Ahmadineyad y Chavez”, para señalar que este protagonismo desmedido está corriendo el riesgo de matar la gallina que les pone los huevos de oro. Los árabes ya aprendieron la lección con el embargo de 1973 y cuidan de no tensar la cuerda más allá de lo razonable.


La reacción del mundo ya está en marcha. Los daños causados son evidentes y se suman a los provocados por políticas económicas irrespetuosas y desmesuradamente expansivas que han creado una crisis cuya dimensión rebasa cualquier expectativa y pone en riesgo la estabilidad de la economía mundial.


Por supuesto, la conversión energética llevará tiempo, pero la amenaza al sistema imperante es tan grave que los centros de poder económico y político mundiales impulsan programas de sustitución de sus fuentes energéticas.


Presenciamos como la burbuja creada alrededor del precio del petróleo se desinfla y retorna a niveles más compatibles con la realidad de las economías, aplastando expectativas de precios que llevaron a algunos a pensar en un barril de 200 dólares. Y, a otros a gastar a manos llenas porque la escasez era un concepto del pasado vinculado con políticas restrictivas carentes de sentido social.


Pero los sueños duran poco y los actores vuelven al escenario a contar las mismas comedias que por fin de temporada estaban guardadas.


En economía no es posible conseguir sólo beneficios. El paraíso no existe. Y aunque no se ve un retorno a las épocas de energía regalada porque el mundo vive una transición en la configuración de la nueva estructura de distribución del poder económico, tampoco se aprecia la construcción de una sociedad mundial que tolere energía cara y ofrecida con amenazas.


Por ahí camina también la búsqueda de tipos de cambio más cercanos a los niveles de productividad y competitividad de las economías desarrolladas, que terminan sepultando las opiniones de la permanente devaluación, tan favorable para nosotros, del dólar y el retorno a un nivel que permita a Europa desarrollar sus capacidades. Por eso ahora vemos, y algunos con sorpresa, que el euro pierde valor mientras el dólar, con todos sus problemas y complejidades, reconquista poder.


Petróleo y dólar ya no transitan a nuestro favor. Algunos ayudan a ello con su auto conspiración convirtiéndose en adversarios de nuestros intereses.


DESTACADO


Petróleo Y dólar ya no transitan a nuestro favor. La escasez retorna a la realidad y pone en aprietos.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Septiembre 17 del 2008

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