Una tesis falsa
La información que existe en los registros del SRI sobre los contribuyentes produce al principio desconcierto, que se transforma en ira, desconsuelo y rebeldía. Y es que cuando se oye tanto sobre los postulados teóricos vinculados con los poderosos efectos redistributivos que lleva en sus venas la imposición directa, las apasionadas defensas a sus indiscutibles virtualidades solidarias cuando se profundiza su progresividad, uno siente que el mensaje tiene sentido social y que hay una sociedad dispuesta a enmendar sus inequidades. Pero en el mundo de los hechos y las vivencias colectivas estas declaraciones lo único que demuestran es desconocimiento, para no decir algo más duro sobre la realidad de nuestras sociedades.
La verdad es que todas estas reflexiones o hipótesis tan lindas se van al diablo al mirar cuantos ecuatorianos pagan dichos impuestos. Ahí se confirma, con datos, hechos y no palabras por qué en el mundo se reconoció que la mejor forma de corregir las deudas sociales es con políticas serias de gasto, que estén bien dirigidas, que se las audite y se rindan cuentas, sumado a un sistema de imposición indirecta selectivo, y no en el impuesto a la renta.
Veamos unas cuantas cifras: el Ecuador tiene 13 millones de habitantes y 7 millones en edad de trabajar. De ellos pagan impuesto a la renta 300.000, es decir apenas el 8% de los que trabajan. Según el SRI hay más de 4 millones de trabajadores exentos, que no declaran, y de los que si lo hacen, los montos que aportan son para llorar, pero de las iras.
Más de 170.000 dicen que ganan menos de $ 15.000 al año, 70.000 llegan a $ 40.000 y sólo 6.000 declaran ingresos superiores a $ 60.000 al año. ¿Con esta distribución y número de contribuyentes quien cree que se van a corregir las “inequidades nacionales”?
Estos seis mil “patos” representan el dos por mil de los que trabajan (!), como leen el dos por mil y por supuesto no son ni de lejos lo únicos que tienen esos ingresos.
¿Será posible entender la existencia de un país en el cual el 92% de los trabajadores no pagan impuesto a la renta? ¿Qué futuro le espera a esta sociedad que no sabe, ni quiere saber del pago de sus obligaciones directas? Lo que se ve es un sistema tributario directo que no sirve para nada más que extraer contribuciones a los “giles”, a los poquísimos que cumplen sus obligaciones, porque quien puede aceptar que la realidad económica es tan mala como la que se refleja en estas cifras.
Y sino cómo se explica de donde sale la plata para que cada año se compren más de 80.000 vehículos y que el parque automotor nacional se acerque al millón de vehículos y ya no hayan calles por donde transitar.
Este mismo tema visto desde el punto de vista de empresas refleja una situación no tan dramática pero parecida. De más de 58.000 empresas, la mitad no pagan impuesto a la renta y de las que lo hacen, tan sólo 313 (¡cinco por mil de empresas!) representan el 80% de lo recaudado.
Por donde se lo mire, el impuesto a la renta no es la panacea de la equidad y la solidaridad como muchos lo creen. Y peor si su progresividad espanta a los pocos con intenciones de pagar y aleja más a los de siempre. ¡Estas cifras son un trago muy desagradable que destapa una tesis falsa!
DESTACADO
El sistema tributario directo sólo sirve para extraer contribuciones a los giles de siempre.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Abril 2 del 2008