top of page

Pragmatismo

Las crisis tienen la virtud de poner las barbas al remojo. Mas allá de sus daños, traen consigo información que pocos la conocían, o que no se veía. Salen a flote los errores que algunos lo advertían pero que ya es tarde para corregirlos. Son tiempos de dolor, de reflexión y rectificación. Ahí se recuerda el viejo axioma que con humildad proclama al “desarrollo como un proceso permanente de aprendizaje”, pero que se lo olvida con facilidad.


Como siempre, el aprieto actual es la cosecha del desafío a la razón. De la pérdida de consistencia y del maltrato al sentido común. La economía, al igual que el ser humano requiere de un trato delicado, cuidadoso, compatible con las características de ciencia social y dependiente del razonamiento del hombre. A la larga, cuando se la abusa o no se la entiende, corcovea, se rebela. Demuestra que merece respeto.


Ahí recién se ve el valor de la prudencia y del equilibrio en la forma de conducir un Estado. En estas circunstancias aflora el estadista frente al político del momento. Aquel que veló por los intereses colectivos y no cuidó los mezquinos de orden personal. El que miró el bienestar y tuvo una óptica de largo plazo frente al que buscó la cosecha política inmediata para satisfacer su vanidad.


La recesión de la economía de los EEUU se la anunciaba desde hace algún tiempo, pero como no reunía las condiciones técnicas de durabilidad, no existía para los fines de comunicación y de toma de decisiones políticas. Lo que se ve estos días tiene muchas explicaciones, pero en el fondo lo que ocurre no es otra cosa que la reacción ante decisiones que pusieron en peligro la estabilidad y buscaron crear oportunidades irreales, insostenibles, pero que parecían, y por ahí esta el daño mayor ya que afectan la credibilidad, destinadas a curar viejos daños sociales con mecanismos baratos, ilusorios.


Sólo cuando el tren ya está sobre el cruce de vías y se visualiza una colisión, empiezan a reaccionar los gobiernos. Pero, la oportunidad ya pasó y las lesiones son una realidad.


Se repite el canal de proliferación de las averías: el sistema financiero, ahora mundial que acumuló los errores inducidos por unas aparentes políticas económicas de gran atracción a los créditos populares con bajos costos-tasas de interés muy atractivas- que crearon un mundo de valores irreales en la apreciación de los bienes inmobiliarios.


China está en estos tiempos con su propio dilema de encontrar un reequilibrio en su economía. Lo reconoce su gobierno cuando menciona que su crecimiento es inestable, desequilibrado, descoordinado e insostenible. ¿Qué buscan? Quieren cambiar la matriz económica poniendo menos énfasis en las exportaciones y la inversión y más en el consumo. ¿Por qué lo hacen? La razón parece simple: crecen rápido pero no aumentan el empleo a la misma velocidad. Con las tasas de interés bajas han promovido empresas de gran intensidad de capital y poca mano de obra. El capital es barato y con ello abunda, pero en esta nueva etapa el modelo ya no tiene las virtualidades del pasado. Hay que remozarlo y se debe hacerlo con tiempo, sino la crisis puede alzar su voz.


El desarrollo no acepta dogmas. Se construye con realismo y una fuerte dosis de pragmatismo y responsabilidad


DESTACADO


La economía requiere de un trato delicado, cuidadoso, compatible con las características de ciencia social



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Marzo 18 del 2008

bottom of page