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Problema no atendido

Casi siempre hay un mecanismo que funciona como sistema de alarma temprana para indicar que las cosas se han salido de su cauce. En medicina el dolor de cabeza puede ser un síntoma de alta presión arterial o puede tratarse de algo más complejo. Ahí es cuando hay que buscar un tratamiento que atienda sus causas y elimine el síntoma.


Igual ocurre en los mercados, especialmente cuando se trata de subida de precios. Es la familia la que primero siente. Aparecen los comentarios de “la vida está tan cara que ya no alcanza el presupuesto”. Se tensan las relaciones, primero por la incredulidad de una de las partes y luego porque el sueldo no alcanza, o simplemente porque hay que restringir gastos que antes servían para distracción y solaz.


Ahí se aprecia lo que vale la estabilidad. Lo bueno de saber que lo que se gana sirve para mantener un estándar de vida previsible. Por eso es que ahora a la estabilidad, en los países que aprendieron la dura lección de las inflaciones altas y perseverantes se le denomina “bien público”, es decir algo que tiene valor social, pertenece a toda la colectividad y por lo tanto debe ser protegida, defendida, cuidada.


Los daños por su pérdida son cuantiosos y llevan por delante a los mismos que vemos como dolientes de las inundaciones. La inflación ha sido y es el peor enemigo de los pobres. Su existencia puso de cabeza a la equidad y permitió que las diferencias sociales se conviertan en un volcán político.


Ahora, los mercados mundiales también se desequilibraron y trabajan en ese ambiente que ya conocimos y nos dolió en carne propia. Están alterados, son muy volátiles y poco previsibles, con las mismas secuelas en términos de distribución de la riqueza y de los beneficios sociales, pero ahora entre países. Los mecanismos de transmisión operan de igual manera por lo cual habrán perdedores y, los ganadores serán aquellos que aprovechen las oportunidades que están ahí.


Se vislumbra una nueva estructura económica de mercados, mejor distribuidos, con nuevos compradores que tienen capacidad económica y con escasos nuevos productores. El cuello de botella trabaja a favor de la especulación que sólo parará cuando se sienta que hay inventarios excesivos y retorne el equilibrio entre producción y consumo.


El Ecuador ha recibido los influjos favorables en los precios de muchos de sus productos de exportación, pero también le impacta los efectos de aquellos bienes en los cuales no tiene producción suficiente.


La harina de trigo es posiblemente el producto que mayor aumento ha tenido en el 2007 a pesar del subsidio. Subió 18 veces la inflación anual (55%), mientras el aceite vegetal y el arroz lo hicieron en 8 veces (22%). En estos tres ejemplo se demuestra la ineficiencia de los controles de precios


Estos impactos internos, que son dolorosos, sólo se podrán atenuar con políticas de gran aliento productivo en bienes de consumo masivo. El costo social es muy alto y no se lo debe tolerar. Es una tarea pendiente. Además hay que encontrar bienes sustitutivos de aquellos que no se pueden producir y están con precios muy elevados. Ahí se requiere de una política que cambie los gustos del consumidor o por lo menos los modifique en alguna proporción.


DESTACADO


La inflación esperada sólo se atenúa con políticas de gran aliento productivo de bienes de consumo masivo.


Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Marzo 5 del 2008

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