A quien vendemos
Ese es el objetivo de la apertura comercial. Encontrar mercados para nuestros productos de una dimensión tal que se conviertan en la catapulta de la producción y el empleo. Por supuesto, los otros países buscan también meterse en los mercados internacionales, y ahí nace la competencia por tener productos buenos, de calidad, de precios competitivos y de ser posible con características particulares que les permitan distinguirse y no caer en los llamados “commodities” que dejan utilidades muy pequeñitas y sus precios se bambolean al son de las estaciones climáticas o de las coyunturas económicas.
Si un país se excluye de este juego, deja el camino libre a los demás para que tomen su sitio pues el hambre por mejorar el bienestar de los pueblos es enorme y no da tregua a nadie. Es difícil encontrar un ejemplo de país cerrado que haya logrado salir adelante. Algunos creen que los EEUU es un caso paradigmático, pero se olvidan que es un país que siempre estuvo en búsqueda de ampliar sus fronteras –por las buenas o las malas-, y con ello ampliar su mercado. Su estructura federal y de mercado común es más bien el ejemplo que ahora sigue Europa, con las diferencias de rigor y tiempo.
En este proceso de apertura debe estar claro que nadie va a dar gratis su mercado sin recibir algo a cambio, con lo cual la negociación transita por un estrecho camino de oportunidades que dependerán del ahínco con el cual se las quiera explotar. Y ahí tenemos la negociación con la Unión Europea (UE) que pondrá al país nuevamente ante dilemas aparentemente contrarios, pero que en el fondo sólo recogen los temores para enfrentar riesgos calculados que obligan a ser más eficientes y ponen en el más alto nivel de prioridad al ciudadano, al consumidor que puede tener opciones de compra de bienes de mejor calidad y además a más bajo precio.
Se cambia de esta forma la matriz de protección de pocos productores, algunos ineficientes, por el bienestar de la gran mayoría. Y eso es economía social de mercado, solidaria y responsable. Pensar en poner más barreras a la competencia es simplemente concentrar la riqueza en esos pocos y extraer ingresos extras a todos los demás.
En esta negociación con la UE la primera dificultad va a ser entonces la reconstrucción completa de un Arancel Externo Común (AEC) dentro del Grupo Andino (CAN), porque lo que los europeos quieren es tener un tratado “común o igualitario” con los andinos, es decir hablar entre pares para que sus productos paguen el mismo arancel para ingresar a cada mercado y de ahí en adelante no paguen nada más para circular dentro de ellos. Para eso, el Ecuador con seguridad tendrá dificultades provocadas por las recientes decisiones arancelarias que tomó hace pocos días mediante las cuales amplió las protecciones a las industrias y actividades cobijadas en casi 2000 ítems de importación, así como las que anuncia para la próxima semana, con lo cual profundiza la política de protección.
Tanto Colombia como Perú ya tienen definido el arancel con los EEUU, y con seguridad buscarán utilizarlo con la UE. Ecuador lo modificó y esto crea un obstáculo en las negociaciones colectivas. Ahora veremos si en verdad se quiere vender y crear empleo.
DESTACADOS
La negociación con la Unión Europea obligará a reconstruir el Arancel Externo Común del Grupo Andino
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Octubre 17 del 2007