Una ruta no valorada
“El estatismo que hoy asoma en la América Latina puede llevarnos, en este sentido, a esa misma situación de inercia y de inmovilismo social del que pretenden salir, precisamente, las naciones estatistas de Europa Oriental. Habiendo sido sociedades sin Estado, no queramos pasar a ser ahora Estados sin sociedad. Son nuestros Estados los que marcan la ruta. Pero son nuestras sociedades, son nuestras fuerzas privadas, las que deben recorrerlas.”
Así concluye Mariano Grondona su articulo Estado y Sociedad que lo escribió para la revista Visión el 14 de agosto de 1971 -hace 36 años-, advirtiendo la falsedad de un dilema que aunque parezca increíble otra vez resucita en ciertas partes de nuestra región, pero ahora con un mensaje mesiánico populista que explota la ingenuidad y buena fe de pueblos que no han logrado descifrar ni valorar los beneficios de un sistema democrático que preserva la libertad.
Johan Norberg, investigador sueco, en su disertación sobre “La riqueza de generaciones: Capitalismo y la fe en el futuro” presentada en Sidney en septiembre del 2005, defiende los resultados conseguidos por las sociedades democráticas con economías de mercado. Afirma: “La revolución industrial dio libertad para innovar, producir y comerciar, y creó riqueza a una escala enorme. Llegó a la clase trabajadora, ya que la tecnología los hizo más productivos y de mayor valor para sus empleadores. Sus ingresos se elevaron estrepitosamente”. Para más adelante sentenciar: “Lo que sucedió es que los proletarios se volvieron clase media y la clase media comenzó a vivir como la clase alta. El país más liberal, Inglaterra, lideró ese camino. De acuerdo a las tendencias de la humanidad hasta ese entonces, se hubieran necesitado 2000 años (para) duplicar el ingreso medio. A mitad del siglo XIX, los ingleses lo hicieron en 30 años.”
Y para graficar más su argumento, el profesor, perdón ahora se dice académico sueco vuelve a la carga y afirma: “Los pobres en las sociedades occidentales tienen vidas más largas, con mayor acceso a bienes y tecnologías, y más oportunidades que los monarcas en tiempos de Marx.”
Este pensador liberal, en su ardiente defensa del sistema democrático, visualiza y cita cifras que permiten reflexionar sobre la dinámica del mundo contemporáneo, sus virtualidades escondidas en el tráfago del quehacer diario, y la percepción –errada y pesimista- de que el mundo no resuelve los problemas del ser humano. Norberg dice que el europeo occidental o el norteamericano son 19 veces más ricos que en 1820, un latinoamericano es 9 veces y un africano 3. En el siglo XIX, Suecia duplicó su ingreso en 40 años. Un siglo después, Taiwán, Corea del Sur, China y Vietnam lo han hecho en menos de 10 años.
La proporción de pobreza absoluta en países en desarrollo ha sido reducida del 40% al 21% desde 1981. Casi 400 millones han salido de la pobreza, la mayor reducción de pobreza en la historia humana. El analfabetismo cayó del 70% al 23% y la mortalidad infantil se redujo en dos tercios.
La competencia entre el capitalismo y el socialismo duró 75 años y la historia demostró cual tiene mayores virtualidades. ¿Entonces, porqué tenemos que retroceder en vez de continuar?
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La competencia entre el capitalismo y el socialismo duró 75 años y demostró cual tiene virtualidades.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Septiembre 19 del 2007