Subsidios que matan
En estos días de escasez de gas hemos mirado con asombro como algunos miembros del gobierno sostienen que ella es producto de la especulación creada por la prensa nacional que visita los sitios en donde no hay gas (?) y de la inexistencia de una ley que penalice el mal uso de este combustible (!), cuando la razón real, que se la ve, que todo el mundo sabe y que es una verdad económica incontrastable porque es tan elemental que ni un alumno del primer nivel de economía puede desconocerla, es el brutal diferencial de precio de este producto con sus alternativos y con los vigentes en Colombia y Perú. Ahora es más caro un galón de coca cola que un tanque de gas
Y, a eso lo quieren combatir con fusiles de la policía, del ejército, con amenazas, sacando a los intendentes, buscando fiscales, declarando traidores a la patria y todo para encerrar a cuatro pobres comerciantes minoristas. ¡Política barata, de la mala, que se queda en la epidermis y esconde sus responsabilidades!
Esta deformación tiene las raíces a la vista: es económica, de precios y ni cien mil gendarmes la van a controlar. ¡Los incentivos a delinquir son parecidos a los de la droga! Ya tenemos un pésimo servicio público que ni siquiera sirve a los que dice ampulosamente debe hacerlo y, encima está creando un hueco, huecazo debería decirse, en el que va a caer la política fiscal.
Las cifras de la ejecución presupuestaria de los cinco primeros meses demuestran con elocuencia la gravedad del problema que se viene incubando con el mantenimiento y la profundización de los subsidios públicos. El sendero por el que transita la política fiscal tiene al frente un despeñadero que traerá mucho dolor y más desafección con la democracia y sus líderes. ¡Por allí no se hace política social seria, que resuelva los problemas!
El Ecuador exporta 7 500 millones de dólares en petróleo y derivados, y en el Presupuesto del Estado, donde se supone va la mayoría de las participaciones de esta actividad, apenas se estima que ingresará 1 500 millones, es decir el 20% de toda la exportación. Y, de este monto ya reducido por los enormes subsidios que superan los 3 500 millones de dólares al año, sólo ingresaron 360 millones. Si esto sigue así, y no hay razón para pensar diferente, incluso podría más bien agravarse la situación, al final del año el presupuesto recibirá 840 millones, es decir 460 millones menos de lo poco ya previsto a inicios de año. Cubriría apenas el 10% del gasto presupuestario, cuando antes lo hacía en el 31% y con precios del petróleo bajos.
No está lejos el momento en que el fisco no reciba nada por petróleo y hasta le falte dinero por el amontonamiento de subsidios, todos generales, todos regresivos, todos injustos, todos ilimitados, que no resuelven la pobreza. Sólo en combustibles en cuatro años ya superan los 5 000 millones, que es un montón de plata y hubiera servido mucho en educación, salud y bienestar. ¿Dónde está la prioridad social? Son subsidios que matan.
Alguien dirá que una parte de la renta petrolera ingresa por el impuesto a la renta de las empresas, y eso es cierto. Otros dirán que parte va al Feisep, lo cual también es cierto, pero el meollo se la destina al presupuesto y la estamos dilapidando irresponsablemente.
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No está lejos el momento que el fisco no reciba nada por petróleo por el amontonamiento de subsidios.
Colaboración
EDITORIAL DIARIO EL COMERCIO
Julio 11 del 2007