La virtud de la estabilidad
Buscando en la historia moderna algunos referentes de sistemas económicos y políticas nacionales exitosas, se encuentran varios casos de distinto origen, de distinta cultura, con distintas realidades y diferentes vínculos que han logrado sintonizar sus metas con los instrumentos que las permiten alcanzar, en lapsos históricos muy cortos.
España con su Pacto de la Moncloa. Chile con la Concertación. Méjico con la Democratización. Brasil con la Reinstitucionalidad y Continuidad. Uruguay con la Izquierda responsable, son ejemplos de un manejo consistente que se aprovecha de las oportunidades del mundo de hoy, del mañana, y cuida de sus debilidades.
El primer gran elemento que los aglutina a todos estos ejemplos es la irrestricta defensa del sistema democrático, dentro del cual el respeto al mayor contrato social que es la Constitución sienta las bases del cumplimiento de todas las obligaciones, en especial las relativas a las libertades individuales, los derechos humanos y el sistema económico de mercado. Genera una organización política responsable, predecible y estable. La existencia de partidos políticos vigorosos y mayoritarios, de organizaciones laborales y empresariales consolidadas, a lo que se suma la presencia de una numerosa ciudadanía, completa el cuadro de la primera estabilidad: la política.
La defensa de la Ley, el respeto a los contratos y la existencia de un sistema judicial profesional e independiente conduce a la segunda estabilidad: la jurídica que asegura la existencia de un Estado en el cual se garantiza la vigencia de un sistema con normas objetivas que se las respeta y cumple.
El tercer elemento que lo comparten también todos estos indiscutibles ejemplos de una ruta de superación de problemas y de encuentro de una ventana de mayor equidad y mejores oportunidades para todos los miembros de la sociedad, es la estabilidad económica. El manejo prudente del dinero que le pertenece a la sociedad y que no es patrimonio de nadie en particular ha sido cuidadoso, guardando consistencia con los objetivos colectivos, asegurando su utilización con gran escrúpulo, para con ello llenar el requisito necesario, aunque no suficiente, de promover crecimiento con equidad.
Luego viene posiblemente uno de los elementos más difíciles de conseguir y que consiste en la institucionalización pública, pues ella se asienta primero en la disposición política de respetar toda la normativa política, y segundo disponer del capital humano para manejar el enjambre de entidades públicas que tienen bajo sus hombros distintas responsabilidades colectivas. Con esto se consigue la estabilidad institucional, que es el cuarto requisito compartido por las sociedades que han destapado un camino de enfrentamiento eficaz y exitoso de los problemas colectivos y de solución de los deberes nacionales.
Sin estabilidad no hay sociedad viable. Sin estabilidad no hay futuro. Sin estabilidad no hay equidad. Sin estabilidad no hay empleo. Sin estabilidad no hay país. Esto lo aprendimos con mucho dolor. Alguna vez no debemos tropezarnos con el mismo molón.
Hagamos de la Estabilidad nuestra bandera de lucha y pongámosla en el centro del debate defendiéndola como el bien público crítico que puede ser la partida que destierre la pobreza y ofrezca esperanza.
Colaboración
Cámara Latinoamericana de la Pequeña Industria
Octubre 5 del 2006