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Estabilidad=bien público

Una de las cosas complejas de resolver es aquella que se la presenta como la definición de un dilema, o la precisión de una prioridad. Cuantas veces en la vida nos hemos encontrado ante una disyuntiva que nos pone en aprietos. Vamos por este lado, o mejor escogemos el otro. Aceptamos la propuesta de empleo o nos quedamos en donde estamos. Invertimos en el proyecto que luce atractivo pero en un campo nuevo o seguimos en lo que nos hemos especializado. Educamos a nuestros hijos en este o en otro colegio. Seguimos viviendo aquí o nos vamos con todos los tereques a otra parte. En fin, cada día tenemos algo sobre lo cual debemos tomar una decisión. La vida es así y estamos en este mundo para ello si queremos trascender y dejar un legado del cual nos podamos sentir orgullosos. De otro modo, no seríamos la criatura superior que piensa, razona y decide.


Por eso, al momento de mirar el entorno que nos rodea y buscar que sea el mejor posible para maximizar nuestras potencialidades, tenemos la obligación natural de contribuir para que se lo configure sobre cimientos que permitan alcanzar en conjunto, es decir entre todos los que formamos ese entorno que hoy le conocemos como sociedad, país o nación, las metas que buscamos y soñamos para nosotros y los que nos siguen.


Esos cimientos son las reglas que todos aceptamos aplicarlas para viajar en el tiempo hacia la consecución de ese bienestar. Para que las oportunidades florezcan, de ser posible para todos y, para que con ese orden se conviertan en instrumentos del bienestar colectivo.


Precisar y respetar esas reglas lleva a identificar un concepto, un principio, una definición que las englobe, y que por lo tanto se convierta en el activo más preciado de toda la colectividad. Algo por lo cuál esté dispuesta a luchar, a defenderlo hasta con los dientes pues se le siente que es carne viva de la cual se desprende todo lo demás. Es, en definitiva lo que llamamos “bien público”, que aunque suene redundante nos pertenece a todos y que no puede ser usurpado por una parte.


En esa definición calza la Estabilidad, así con mayúscula, pues si se la cobija como el eje de toda decisión, la posibilidad de crear un país con esperanza se pone a la vista de la generación responsable del destino colectivo. Estabilidad, aunque parezca contradictorio es sinónimo de dinámica, de confiabilidad, de oportunidad, de seguridad. Abarca, en su conceptualización amplia el respeto al orden político, pero en serio sin artimañas; al orden jurídico honesto y objetivo; al económico con finanzas públicas respetadas; a una organización pública decente, eficiente y honesta; a una realidad social equilibrada.


Los terremotos destruyen todo. Con Estabilidad se ponen las cosas claras, asoman las ventajas para todos, se precisan las responsabilidades y los derechos. Desaparecen las malas artes, los fondos oscuros o las triquiñuelas que sirven para usufructuar lo que no les pertenece. Nacen los cambios respetando los derechos y fluye una colectividad que defiende lo común y también lo particular. Que discute ideas. Que sabe a donde va, y el por qué de ello.


Por eso, la solución del dilema a favor de la Estabilidad significa acabar la manía de dar golpes de Estado, crear legislación oportunista, tener una justicia politizada, romper contratos o fomentar economía populista.


DESTACADO


Estabilidad en todos los campos es el elemento insustituible para construir una sociedad con esperanza.



Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

8 Agosto del 2006

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