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Traición social

Las escuelas se quedaron sin luz porque no tenían dinero para pagar este servicio. La reacción nacional fue inmediata: ¿Quién es el responsable de semejante barbaridad? era la pregunta que circulaba de un lugar a otro, de un medio de comunicación a otro. Incluso se utilizaba a los niños para que reclamen públicamente por semejante maltrato sin hacer caso de la ley que protege a los menores y prohíbe su utilización por parte de ciertos mal llamados “maduros”.


Este problema que lo vivimos hace pocos meses es posible que se repita en el 2005 porque vuelven a florecer las “tradicionales” recomendaciones de algunos diputados o ciertos comentaristas cuando hay necesidad de enfrentar los dilemas de los desequilibrios presupuestarios. La costumbre señala, de una manera poco edificante, que hay que esconder la cabeza en los momentos que se avecina tiempos de decisiones responsables. Es mejor actuar con ligereza, haciendo populismo económico que es tan malo y muy cercano al neoliberalismo, que enfrentando con entereza los grandes retos nacionales.


Al momento de los análisis nadie discute la irracionalidad de la estructura de las finanzas públicas. Todos coinciden que la fragmentación de preasignaciones, el elevado gasto corriente, entre otras tantas ataduras exigen soluciones de fondo, pero eso lo lleva el viento cuando hay que poner en vigencia la Pro forma en discusión.


Ahí nacen las fórmulas mágicas, como la que se estableció en buena parte del aumento de las pensiones jubilares. Ahora, para el Presupuesto se vuelve a intentar manipular el precio del petróleo con el fin, y lean bien, de reducir el endeudamiento público!!! ¡Qué tal! Por favor, ya es hora de tomar en serio las cosas públicas. Todos sabemos que esta propuesta le resta recursos al FEIREP que en un 70% sirve para eso, y el resto para financiar programas de los sectores sociales y la estabilidad presupuestaria. Pues bien, los mismos que se oponen a esa distribución ¡Ahora apoyan la tesis de usar el 100% en pago de deuda!


Pero es mas, esta idea se la cataloga como constitucional porque con ello “no se le resta ingresos sino que se compensa con menor endeudamiento”, confundiendo los conceptos de ingresos, que son permanentes y propios, con el financiamiento que es ocasional y ajeno. Es decir se busca un subterfugio para burlar la Constitución y dar paso nuevamente para que el Congreso pueda alterar, a su gusto y conveniencia, el monto del Presupuesto.


Como la propuesta no alcanza a solucionar el hueco se sugiere, otra vez, recortar el pago de intereses, como ya se hizo en el 2004 cuando quitaron 137 millones a este rubro, lo que llevó en la realidad a reducir 74 millones de lo que se necesita para pagar luz, agua, teléfonos de las entidades públicas, y 15 millones a los programas sociales, pues los pagos de las obligaciones al IESS, los multilaterales o los gobiernos no se puede evadir, salvo que la intención sea crear el caos. Entonces, lo que se produce en la práctica es un recorte a los proyectos más vulnerables. Y, ahí pagan los sectores sociales.


En este círculo se aprecia la cercanía del populismo económico con la profundización de la inequidad y su ocultamiento de objetivos pues en el fondo quienes proponen estos cambios saben que traicionan a los sectores sociales.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Octubre 6 del 2004

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