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Talibanizar el pais

Ese es el objetivo que se aprecia en varios frentes nacionales. No de otra forma se explica la proliferación de conflictos que no tenían ninguna razón de nacer, crecer y explotar. Antes, es decir hasta hace poco, se tenía la percepción de que cada día alumbraba un problema, una denuncia que con el paso del tiempo iba a formar parte de la basura nacional acumulada en algún rincón por la indiferencia e inacción de toda la colectividad.


Ahora hemos mejorado, cada día se abortan no menos de tres o cuatro problemas. Cada uno más demencial e inexplicable. Hay una sed por remover todo, destruir lo bueno y aniquilar al que esté al frente, que no se ve forma alguna de detener esta infernal maquinaria. Apenas abrimos los ojos ya tenemos ante nuestra vista nuevos juguetes de alta capacidad de destrucción. Además sabemos que todos están calificados para participar en la gran diversión nacional. El trofeo se lo lleva quien destruye más y lo hace con más creatividad. El gobierno tiene prioridad y juega primero. Empieza su gestión desarmando toda la programación de la educación privada de la sierra. Desde ahora y sin aviso previo todos comienzan clases el mismo día sin importar los convenios internacionales ni la irregularidad de la educación fiscal. Se cierran colegios, se tensan las relaciones externas, vuelven los niños a las casas, pero no importa, se impone la improvisación. No se busca calidad.


Luego apunta a las Galápagos y pega centro. Se daña el control ecológico, se pone en riego este patrimonio, se cae el turismo y casi todos pierden. El mecanismo es simple y ya conocido: generar un conflicto donde todo funcionaba con cierta racionalidad. Es decir repetir lo que se hizo con el SRI, la AGD, con la diferencia que ahora saltó la libre y el capricho, o mejor la componenda quedó descubierta.


Se engolosina con estos éxitos y busca romper las raíces de la generación de empleos y de la estabilidad. Lo que se quiere es crear una onda expansiva que se oiga más allá de la llacta y, sin dificultad lo consigue. Pone en jaque a la inversión y deja que se juegue con los tratados internacionales amenazando su rompimiento. La razón no importa. Las secuelas, que las expliquen otros. ¡Que siga la migración! El país calla y mañana llorará de dolor.


Ahora entra el Congreso y decide hacerse el Otto. Deja juego libre en las elecciones, pero mantiene las amarras a unos candidatos mientras aúpa a los oficiales. Ganarán los que se quiere. ¡Eso es democracia! Publicidad oficial no es publicidad. Es el nuevo lema. En el país se fuma bajo el agua.


Vuelve el gobierno y ahora arremete con los pobres. Les ofrece más bonos sin tener dinero, pero al rato les niega la ilusión creada. Todo vale, incluso el juego con el hambre y la miseria. Algo parecido se ve en las cárceles donde se impone las condiciones de los reclusos.


La diversión sigue, es turno de romper la banca. Los jugadores son otros. Se abusa de la libertad de prensa para zanjar diferencias y el duelo ocasiona daños de toda índole: moral, comunicacional, económico. Pero aquí también todo vale. No importa si los que pagan son los de siempre. Lo que importa es destruir.


Y, así en ese ambiente no se entiende porque el país no crece, ni porqué no vienen los inversionistas o se crean más trabajos. Seguramente el culpable es el TLC.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Septiembre 23 del 2004

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