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Enceguecidos

Ecuador está entre los cuatro países de América Latina que crecerá más rápidamente en el 2004. Le acompañan Argentina, Uruguay y Venezuela. Un poco mas atrás les siguen Chile y Costa Rica, con lo cual tenemos un ramillete de economías con distintos programas económicos. Unos con tipo de cambio flexible y otros con uno fijo. Unos, la gran mayoría con gran respeto a los principios de una política económica equilibrada, mientras la diferencia radica en el reconocimiento responsable de las obligaciones contraídas.


Lo singular de estos resultados citados por la CEPAL, es el aparecimiento repentino de algunos en esta escala de dinamismo. Me refiero a Argentina, Uruguay y Venezuela que vienen de una etapa contractiva profunda y lo hacen con políticas diferenciadas. Argentina descansa en su postura antagónica con los acreedores que le otorga recursos transitorios pero le cierra perspectivas, Uruguay lo hace manteniendo una posición equilibrada y responsable, mientras Venezuela vive una intensa lucha política. ¿Cual de ellos podrá sostenerse en el tiempo?


Lo que es claro y confirma la regla de oro de que sólo los que saben manejar un plan económico consistente, si quieren ortodoxo, son los que se mantienen en estos planos de destello. Me refiero a Chile y Costa Rica que vienen haciendo bien su gestión económica, y con perseverancia resolviendo sus problemas sociales.


Nuestro país repite su aparecimiento luego de varios años de imposición de la dolarización. Creo que cosecha algunos frutos y aprovecha, aunque no en la media de lo que podría hacerlo, los beneficios del esfuerzo desplegado por su programa económico en un ambiente internacional favorable. Precio del petróleo, debilidad del dólar y tasas de interés internacionales son una trilogía que podría haberse explotado con mayor intensidad.


Pero las cosas buenas de la economía no sólo se ven por lo que crecemos, sino que la estabilidad lograda, que con el resultado de la deflación de mayo, es la mas baja desde hace mas de 35 años; pero nadie lo resalta como si esto fuera algo común, de la vida diaria, cuando en realidad era lo que tanto se pedía y exigía.


Igual pasa con los resultados fiscales. Todos sabemos que necesitamos ahorrar para reducir el dogal del endeudamiento público y eso significa tener balances fiscales excedentarios, pues si no disponemos de dinero propio, no tenemos cómo contraer este cordel. Lo necesitamos para sacarnos de encima parte de la dependencia externa, pero no queremos reconocerlo y sólo buscamos poner el dedo acusador en otros.


La evolución del sector externo, que se evidencia en la expansión de los depósitos bancarios, es otro buen resultado de estos tiempos, pero aquí tampoco se dice algo.


¿No será por todo esto que no existe reacción popular ante tanto hecho político que obnubila al Ecuador? Algo está pasando en las bases populares, pues no se ven signos de deterioro y más bien hay síntomas de un surgimiento de nuevos estratos sociales con alguna capacidad de compra. Visiten el sur de Quito con curiosidad y encontrarán una nueva dinámica social.


Nadie quiere, y peor el autor de esta columna, negar la existencia de los problemas sociales y peor desmerecerlos, pero si estamos empeñados en recuperar la autoestima, empecemos por ser objetivos y no nos dejemos enceguecer por la lucha política.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Junio 2 del 2004

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