Las cosas claras
Hace algunos años, precisamente en 1972, la Dictadura Militar recién instalada en el país, nombró a un alto oficial del Ejército como interventor-coordinador del Banco Central. Lo primero que hizo al posesionarse fue pedir que le trasladen a las bóvedas para “ver” la Reserva Monetaria Internacional. Costó trabajo explicarle que eso no era posible porque la mayoría del oro no estaba en el país sino en la Reserva Federal de los EEUU y, además porque los dólares también estaban invertidos en distintos instrumentos financieros que se negociaban principalmente en Nueva York.
La desilusión y frustración convivieron algunos días en este distinguido oficial hasta que comprendió que esa realidad no correspondía a ninguna salida o fuga de dinero del país, sino a una necesidad propia de este tipo de transacciones. Desde la fundación del FMI, o a lo mejor antes, el oro del BCE estaba depositado en el exterior por razones de seguridad y también porque su purificación se lo hace en sitios altamente especializados. Además era costoso regresarlo al país, aunque años mas tarde, cuando estuvo en mora el Ecuador y se vio que podía incautárselo, fue necesario hacerlo.
En el caso de los dólares de la RMI, el Banco Central no tiene otra opción que colocarlos en los mercados internacionales para darles un rendimiento equilibrado con la seguridad que debe corresponder a estos activos. En los años de vida del BCE, las inversiones de la RMI siempre se recuperaron. El record en este aspecto es estupendo.
En estos tiempos de dolarización muchas cosas han cambiado, pero en este campo se mantienen las similitudes con la época del Sucre. Ahora el Banco Central maneja unas reservas internacionales que tienen otro objetivo, pero están constituidas igualmente por oro y dólares. No se si el oro se lo volvió a depositar en bóvedas internacionales, pero los dólares se mantienen en inversiones de alta seguridad y liquidez en los principales mercados mundiales. Dentro de las reservas está el encaje bancario que diariamente depositan los bancos en el BCE, y ese dinero también está invertido en el exterior. Los depósitos del IESS tienen el mismo destino..
Exactamente igual actúan las instituciones financieras privadas al disponer parte de su liquidez en instrumentos internacionales de alta seguridad y rápida disponibilidad. Al actuar así protegen a sus depositantes, en especial porque el sistema ecuatoriano no tiene prestamista de última instancia y en caso de una necesidad inesperada no hay a donde recurrir que no sea a sus propias cuentas. Además, con eso atiende las obligaciones de comercio exterior y otros pagos por servicios internacionales. Son recursos que se utilizan diariamente en las transacciones del país. Esto es común en todas las economías emergentes que tienen una alta participación del dólar en sus mercados, y a nadie se le ocurre decir que es fuga de capitales.
Quienes creen que con pedir que se traigan ese dinero se va a impulsar las operaciones crediticias, que por cierto están abiertas y normales, parten de una premisa totalmente errada que es la de suponer que los bancos no aprendieron la lección de la crisis del 99 y no entienden su papel en la dolarización. La prudencia en su versión más ortodoxa es recomendable. Igual lo hacen los deudores responsables, que por cierto son la gran mayoría.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Enero 29 del 2003