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Necesitamos tambor

“Todos estamos invitados a soñar con un Ecuador diferente y para ello comenzamos ya a remangarnos las mangas para que ese sueño se haga pronto realidad; esta esperanza futura se convierte en el presente, en fortaleza y en creatividad. Peregrinos de utopías buscamos que todas y todos los niños puedan tener diez años de educación básica.”


“Anhelamos una educación pública que progresivamente vaya ganando nuevos parámetros de calidad.”


Este es el mensaje sencillo y profundo con el cual Monseñor Eugenio Arellano resume el anhelo por construir un país mas justo, humano y solidario. No podemos seguir desatendiendo la misión de forjar ciudadanos equipados con una formación lista para enfrentar los avatares de una vida llena de oportunidades y dificultades. Recuerdo una hermosa frase de Jaime Acosta Velasco, cuando señaló en un acto público que no hay mejor “hacienda sin heladas” que un ser humano dotado de una educación integral en la que se conjugan los principios profesionales con los valores cívicos y morales. Ese Ser, así preparado está listo para vigilar que el Estado se conduzca dentro del marco de sus responsabilidades. Y está listo también para ofrecer a su familia un ambiente en el cual trascienda a las nuevas generaciones los principios obtenidos que guían su acción diaria.


Este es el objetivo que impulsa la acción del Consejo del Observatorio de la Niñez y la Adolescencia promovido por UNICEF con el entusiasta trabajo de Yoriko Yasukawa. Por eso esta semana se presentó el Boletín 2 que trata sobre lo que ocurre con los niños en edad escolar. Lo que se ve en estos momentos como resultado del trabajo de la sociedad no es nada agradable. Más del 30% de los niños que concluyen la primaria, interrumpen su educación. La deserción es mas alta en la Amazonía pues supera el 50% y la situación en el campo ya llega a niveles de desesperación al ver que dos tercios de los niños que llegaron al sexto grado y no son muchos, no pasan de ahí.


Desde un punto de vista de consolidación familiar sólo el 15% comparte con sus padres momentos de recreación y, mas del 50% reciben castigos físicos como forma de educación. De ahí que al combinar estos tres índices que reflejan el resultado de la inversión en capital humano, se obtenga la nota de 3.4 sobre 10, que para ponerlo en términos de valoración educativa nos dice que: el país no pasa de año. La tarea está incumplida. El objetivo tiene dificultades de la mas diversa naturaleza. Lo mas grave es que no hay compromiso político. No se siente la prioridad en la acción gubernamental. Falta un tambor nacional, y ese es la opinión pública, que retumbe exigiendo su atención..


Invertir en educación tiene la más alta rentabilidad. No sólo se atiende al ser humano sino que se construye un país fuerte, con futuro, que tiene defensas para enfrentar las amenazas, que se respeta y es respetado, que cuenta con dirigentes calificados. Un estudio citado en el Boletín 1 llega a la conclusión de que en EEUU por cada dólar invertido en desarrollo infantil, retornó al gobierno 7.16 dólares. Aquí el resultado debe ser mayor. Es tan potente la educación, que se convierte en la mejor arma contra la pobreza, la desigualdad.


Sin educación no hay sociedad, no hay futuro. Toma raíces la desesperanza, el engaño, la traición.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Septiembre 26 del 2002

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