Un mundo diferente (II)
Algunos creen que la función de prestamista de última instancia del Banco Central, que fue intensamente usada en épocas anteriores para salvar las angustias gubernamentales o a ciertas instituciones bancarias, sigue vigente. Ahora esta función tiene una efectividad muy reducida, especialmente en aquellos países que no tienen moneda de circulación internacional, cualquiera que sea su sistema cambiario.
Hasta hace poco tiempo era posible pasar de agache en el mundo. La política de mantener perfiles bajos en los centros de información mundial permitía evitar los comentarios y reducir las condicionalidades crediticias de los organismos multilaterales. Es más, los bancos internacionales que tenían operaciones concedidas a los países emergentes conocían poco de lo que ocurría por esas latitudes. Las sorpresas se presentaban en los momentos en que se llamaba a una renegociación. Recién ahí se percataban del riesgo involucrado. Las primeras rondas de renegociación de la deuda externa de la época moderna (1982) demostraron las graves limitaciones de información con las cuales se tomaban decisiones financieras. La lección que dejó esta forma de trabajar fue muy dura. Algunos no la pudieron soportar.
De ahí en adelante las cosas cambiaron. Proliferaron las empresas encargadas de nutrir de alimento informativo a quienes tienen relaciones con otras regiones, se intensificó el análisis de riesgos soberanos en las empresas Calificadoras, nació el Internet, se multiplicaron las computadoras personales, aparecieron los canales de noticias mundiales permanentes, se consolidó la televisión por cable. El mundo se achicó. Sin embargo, a pesar de todo este avance todavía existen vacíos que llevan a generalizar los conceptos y a actuar preventivamente. La contaminación es una realidad y una deformación del mercado. Por eso no sólo hay que ser coherente sino parecerlo y quienes logran este objetivo crecen mas aceleradamente que antes. Chile, Méjico, Costa Rica, China, son ejemplos de las bondades de la nueva organización.
De esta forma desaparecieron las barreras al movimiento del dinero en el mundo. Y esto que es tan conocido en la economía, tiene enormes resistencias de comprensión en ciertos sectores, especialmente en el ámbito político ya que no se entiende las profundas repercusiones que producen estas poderosas armas de comunicación a comentarios improvisados o a decisiones que cuestionan la consistencia de la política económica.
En ese ambiente delicado trabajan ahora los bancos centrales, con el agravante de que sus sistemas financieros tienen mas transacciones en dólares, mientras ellos siguen respondiendo por unas reservas internacionales muy limitadas que se nutren marginalmente de los saldos que deja el gobierno en moneda extranjera, o del encaje de los bancos. De ahí que a la menor sensación de que algo malo ocurre utilicen el tipo de cambio o las tasas de interés para combatir las causas y evitar las secuelas de una conducta que desestabilice el sistema. Ahora hay que ser oportuno y decidido. No se puede perder tiempo.
La conclusión obvia es que hay menos grados de libertad en el manejo económico. La integración monetaria es plena y los mercados responden a los estímulos de confianza o temor. La soberanía no es absoluta.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Agosto 23 del 2002