Un mundo diferente
Con el arreglo de Bretton Woods se corrigieron las prácticas comerciales de obtener ventajas competitivas a través del uso indiscriminado del tipo de cambio. Concluyó un largo ciclo de regímenes cambiarios retaliadores que contribuyó al aparecimiento de tensiones que llevaron a la postre a la segunda conflagración mundial. Nació el concepto de la Paridad Cambiaria y el sistema del vínculo Dólar-Oro.
La nueva organización buscaba ordenar las relaciones internacionales con la intervención de un tercero independiente que obligue a cumplir los principios estipulados para las transacciones entre países. Así nació el FMI. Crecer en armonía y con estabilidad era el supuesto del modelo. Se aplicó una estrategia que promovía el comercio mundial, pero que no tenía instrumentos efectivos para poner en vigencia el postulado y contrarrestar las prácticas proteccionistas que proliferaban cada día.
A mediados de los sesenta empezó la descomposición del modelo. EEUU no cumplía con su responsabilidad de mantener el vinculo. Nixon en 1972 lo reconoció y unilateralmente rompió el compromiso. Volvieron las turbulencias a los mercados. Europa flexibilizó las políticas cambiarias. Nació la flotación, se crearon las tablas de devaluación progresiva, se idearon bandas, en fin, las reglas de mercado tomaron posición activa en un ambiente no regulado de políticas fiscales. Reapareció el riesgo de crear competitividades temporales ficticias.
La discusión sobre la apertura de los mercados de capitales era intensa. Los Bancos Centrales regulaban estos flujos y en su mayoría manejaban esos recursos. En América Latina, con excepción de Ecuador no funcionaba el mercado libre. Viajar por la región era tortuoso. De pronto, las cosas empezaron a cambiar. La crisis de inicios de los ochenta derrumbó la tesis de protegerse y crecer hacia adentro y la sustituyó por una de economía mas abierta. La caída de la Unión Soviética aceleró el proceso.
El desarrollo de las comunicaciones, la pérdida de control cambiario de los Bancos Centrales, la proliferación del mercado libre, el exceso de dinero en los principales centros mundiales con sus créditos externos dieron paso a la integración financiera. Hoy los mercados de capitales no tienen restricciones, ni se las puede imponer pues no hay forma de contrarrestar la velocidad y multiplicidad de los sistemas de comunicación. Los bancos de los países emergentes tienen mas depósitos en dólares o euros que en las monedas locales y con ello la función de prestamista de última instancia, que era uno de los pilares del Banco Central ha perdido vigor. En situaciones de contagio o cuando hay cambios bruscos en la dirección de los flujos de capitales, los países que emiten monedas que no tienen curso internacional, tienen serios problemas en controlarlas. Uruguay , Brasil, que mantienen regímenes cambiarios flexibles, son ejemplos de la impotencia ante esta deformación del sistema capitalista.
Así es la vida. El modelo nació buscando la integración comercial y todavía tiene problemas en alcanzarlo. Lo que se consiguió, probablemente sin quererlo o de una manera casi desprevenida es la apertura financiera, que vuelve mucho mas dependientes a los países de sus relaciones internacionales. Los capitales fluyen libremente. La mano de obra no lo puede hacer y los bienes lo hacen parcialmente.
Colaboración Editorial
Diario EL COMERCIO
Agosto 7 del 2002