Inquietudes nacionales
Para el Ecuador dolarizado y con problemas de competitividad con el entorno regional ¿tendrá algún resultado la cita de los Presidentes en Guayaquil?
Mas allá de los beneficios que pueden lograrse por los contactos directos entre Mandatarios y sus comitivas que permitan superar escollos puntuales o promover futuros encuentros, no se aprecian temas concretos que ayuden al Ecuador a consolidar su dolarización en las relaciones comerciales con América Latina, o que sirvan para respetar los resultados de unos mercados sostenidos con regulaciones que precautelen una competitividad real y justa. La ausencia del tema de coordinación de políticas cambiarias, monetarias y fiscales como telón de fondo de los acuerdos de comercio exterior, es una falencia grave en los foros a los cuales concurre u organiza nuestro país. Está muy claro la falta de consistencia de las políticas económicas nacionales con el modelo de dolarización. Para algunas autoridades, especialmente aquellas vinculadas con estos aspectos, esta condición vital ni siquiera la entienden, peor la defienden, y este error puede ser muy caro para los intereses nacionales. El país está otorgando una ventaja comercial incalculable a sus competidores sin beneficio de inventario.
¿Cuáles con los puntos más importantes para la elaboración del presupuesto del año 2003, tomando en cuenta el cambio de gobierno y temas delicados como los recursos que demandará la frontera norte?
El más importante es el precio del petróleo y su nivel de producción esperada. Si el mercado internacional se mantiene en las condiciones actuales, el Presupuesto tiene un apoyo decisivo. Por supuesto muchas cosas pueden suceder, pero mientras la situación en el Medio Oriente sea inestable con posibilidad de una escalada bélica, como reiteradamente lo amenaza Bush, este mercado seguirá conduciéndose en condiciones prevalecientes para los productores. No hay que olvidar que en esa región está el 65% de las reservas mundiales e Irak es la segunda potencia petrolera con reservorios superiores a los 110 mil millones de barriles, lo que le permite disponer de mas de 100 años de producción.
Lo lamentable del caso ecuatoriano es la falta de programas de recuperación y mantenimiento de los campos de Petroecuador, cuya producción sigue declinando. Las reservas nuestras, que se han incrementado notablemente y son importantes para el país, ni siquiera asoman en los reportes de los principales productores del mundo. Aquí hay una tarea urgente que demandará decisiones, de búsqueda de socios privados, inmediatas por parte del nuevo gobierno.
El segundo aspecto es el monto de obligaciones presupuestarias contraídas y no atendidas, que se las conoce como “la mochila” o “la bola”, que se suman a los gastos sin estar debidamente presupuestadas.
Lo tercero corresponde a las remuneraciones de los servidores públicos. Usualmente, las autoridades salientes asumen compromisos que los tienen que pagar sus sucesores. Ventajosamente en la Ley de Transparencia ya existen disposiciones que frenan esta vieja e inconveniente práctica política. ¡Ojalá se cumplan!.
Por el nivel de endeudamiento que tiene el Estado Ecuatoriano, el servicio total de la deuda pública exige la presencia activa de los Organismos Multilaterales para contrarrestar las salidas de dinero del fisco con nuevos desembolsos, mientras se ejecuta la política de mantener superávit primarios lo suficientemente amplios para reducir el servicio de la deuda.
Luego tenemos los compromisos de ley y constitucionales que deben cumplirse, en especial con la educación y los organismos seccionales.
En lo relativo a la frontera norte, los recursos que sean necesarios para su control y defensa sólo pueden salir de tres fuentes: reducir el gasto en otros campos, crear mas impuestos y contribuciones y/o conseguir apoyo de los países y regiones desarrolladas (EEUU y Europa).
¿Será posible, con nuestras deficiencias estructurales, levantar ostensiblemente nuestros índices de competitividad, o debemos acudir a alianzas estratégicas con países de la región o fuera de ellas?
Tenemos que hacerlo si queremos subsistir. No hay opciones. Lo hacemos o lo hacemos. Así es de imperioso. No tenemos capacidad de cambiar las reglas de la economía mundial. Somos parte de la OMC y tenemos obligaciones que cumplir, a la par que tenemos derechos que defender. En esa línea de acción, las barreras estructurales tienen que ser derribadas. Es una responsabilidad colectiva, con liderazgo gubernamental.
No veo la posibilidad de alcanzar alianzas internacionales o estratégicas que no sean otras que la coordinación de las políticas cambiaria, monetaria y fiscal de los países con los cuales tenemos o queremos impulsar acuerdos comerciales. El Ecuador debe ser práctico en los foros internacionales: brindar reciprocidad en función de lo que estén dispuestos a concedernos los demás. Ser duros y retaliadores con los que incumplen compromisos o utilizan mecanismos que distorsionan los flujos de comercio. En definitiva, actuar de manera práctica en la defensa de los intereses colectivos.
¿Qué posibilidades tendrá un nuevo acuerdo con el FMI, cuando en el 2001 el organismo certificó un superávit fiscal del 6.2% y luego quedó demostrado que el gobierno continuó efectuando gastos con cargo al presupuesto 2001. ¿No estamos en un caso similar al de Argentina en donde el FMI certifica cifras que no son definitivas y luego los inversionistas terminan estafados?
No lo veo así. Las distancias son enormes. Sin embargo, la situación fiscal ha llegado a un punto de difícil negociación. Este tema y el del Club de París son los álgidos. Los demás pueden ser superados. El eje de la negociación cambió. El gasto incurrido es excesivo y siguen apareciendo mas compromisos. Así lo certifica el nuevo Ministro de Economía que viajó urgentemente a Washington para tratar de conseguir cambios en la posición del FMI. ¡Qué pena haber perdido mas de seis meses y haber gastado todos los recursos excedentarios que entregó el SRI recaudando mas impuestos, así como los obtenidos por el precio del petróleo!. Por eso perdemos credibilidad y mal usamos las oportunidades.
A pesar de esto, todavía tengo esperanza de que el acuerdo se alcance. Nos conviene a todos. Primero al país, al gobierno actual y por supuesto al entrante. Se nota un mejor ambiente en el FMI. La reducción de gasto deberá ser superior a los 300 millones de dólares con el Acuerdo y de más de 700 millones sin él, pues no habría financiamiento para ciertos rubros.
Colaboración
Diario EL COMERCIO
Julio 18 del 2002