Inquietudes nacionales
1. ¿Qué beneficios trae al país el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?
Los beneficios son múltiples, empezando por la reducción de la incertidumbre interna e internacional respecto de la capacidad real del país de salir, con daños superables, de semejante problema. Segundo, por la oportunidad del acuerdo y la cantidad de recursos que ofrece esta facilidad extendida (EFF) del FMI, que le transforma en un acreedor de dos dimensiones: cualitativo por lo que significa su apoyo y acompañamiento; y, cuantitativo por cuanto dejó de ser una “pequeña ventanilla” y se convirtió en un jugador de ligas mayores. Tercero, porque señala un camino, difícil es cierto, pero inevitable e ineludible de transitar para salir del hueco con principios de política económica mas amigables, además de consistentes con la dolarización y la recreación de confianza. Cuarto, por contener una visión social de apoyo a programas que se preocupen de la pobreza y la inequidad.
2. ¿Los desembolsos de estos días y hasta diciembre de que manera dinamizan la economía del país?
Uno de los problemas más severos de la crisis actual es el enorme estrangulamiento financiero que tienen todas las actividades económicas, sociales, culturales que, se han visto impedidas de llevar adelante con algún grado de certidumbre sus operaciones diarias precisamente por la poca disponibilidad de recursos y el rompimiento de las cadenas de pagos, derivada ciertamente por el incumplimiento de obligaciones o la caída de consumo engendrada por la propia contracción económica.
El país perdió muchos recursos por los eventos conocidos (caída de precio del petróleo, paralización general de actividades, necesidades adicionales para salud) que elevaron el nivel de complejidad y ampliaron la brecha financiera (fiscal, externa) que en conjunto obraron como las dos hojas de una tijera cortando la capacidad de creación de valor de la sociedad.
Bajo estos parámetros, los nuevos recursos son, que duda cabe, una boya de apoyo para la recuperación, o si quieren mejor para la mitigación de los daños y recomposición parcial de las cadenas de pagos.
Personas, pequeñas empresas, corporaciones, instituciones públicas y privadas que estaban asfixiadas y paralizadas sentirán un alivio y podrán tener un respiro. Obviamente, por el momento, los recursos no son suficientes, aunque las perspectivas para lo que resta del año, ofrecen un cierre menos dramático del ejercicio económico.
3. ¿Podrá el Estado honrar sus deudas, reactivar la cadena de pagos y pagar los sueldos atrasados con el sector público?
El programa presentado al FMI señala que el Ecuador se compromete a no tener atrasos en sus obligaciones internacionales y a no aumentar los atrasos que tenía a finales del año 2019. Es decir, si todo va bien, los resultados esperados son de regresar a la “normalidad de la bola o mochila de pagos diferidos” que históricamente ha tenido las finanzas públicas. Si esto es así, para fin de año, este concepto debería rondar los 1.800 millones de dólares.
4. ¿Cómo reactivar al sector productivo y reconstruir las plazas de trabajo perdidas?
A inicios de la pandemia sostenía en estas columnas que lo más importante era preservar lo que se tenía. Lo que el país había construido. No era tiempo de pensar en nuevas inversiones, en otros proyectos, sino en salvar las empresas y con ellas cuidar los puestos de trabajo. Obviamente, ese objetivo no era fácil de conseguirlo por las enormes limitaciones de recursos nacionales. No había ahorro. El fisco tenía un agujero muy alto. Las deudas le acosaban al país, todo lo cual configuraba una situación de desprotección que podía llevarle por un despeñadero. Y ahí, la sostenibilidad de la dolarización jugaba un partido especial.
Ahora ya se tienen algunos resultados. No son agradables, pero tampoco llegaron a desquiciar al sistema productivo. Hay daños sociales evidentes, la pobreza volvió a un primer plano, muchas empresas pequeñas sucumbieron y otras se redimensionaron.
Recuperar lo que se perdió tomará tiempo. Requiere de recursos que siguen siendo limitados, pero se necesita de una política económica que ofrezca mucha seguridad para recuperar confianza y desenredar el nudo de contracción del consumo que la incertidumbre lo aprieta más. Además, de alguna manera bastante directa, la recuperación del mundo también condiciona la rehabilitación de las actividades nacionales.
El acuerdo con el FMI ayuda mucho pues ofrece a los inversionistas una seguridad mayor a la que se tenía, a la vez que permite captar recursos frescos de fuentes internacionales para ir en la cobertura de las necesidades de capitales de trabajo perdidos en esta pandemia.
Ojalá el país aprenda bien la lección y entienda que debe ser más confiado en sus capacidades para incursionar con decisión en los mercados internacionales (aunque lo haga de manera tardía), pues allá están las oportunidades de colocar una producción potencial (que genere más empleo) que no la puede absorber el mercado interno. Aún más, lo requiere para reducir su profunda adicción petrolera.
5. ¿Será posible que el Ecuador cumpla con la contraparte como aumentar el IVA u otros compromisos, habrá las condiciones políticas?
La reforma tributaria es un tema que es necesario abordarla. La estructura actual no cumple ninguno de los requisitos de generalidad, progresividad, simplicidad necesarios para enviar un claro mensaje de apoyo a la inversión y con ella al empleo. El tema es muy amplio para concentrarlo en un solo rubro. Hay que tener una visión de conjunto para evaluarla, pero lo que si es claro, que la actual es obsoleta y perturbadora del crecimiento y el empleo.
Colaboración
Diario El Comercio
10/10/2020
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