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Mirar mas allá

Mientras el mundo discute temas complejos, con dilemas ensartados en dificultades desconocidas, cuya trascendencia llevan a tener serios interrogantes sobre el destino, estructura y composición geográfica de la organización económica del planeta en esta cuarta o quinta etapa (comoquiera que se la cuente) del desarrollo moderno o industrial, el Ecuador sigue rompiéndose los sesos para definir materias primarias, aunque vitales pero superados hace rato en la mayoría de sociedades políticas.


Aquí va uno. Hay muchos más, pero es un ejemplo que ayuda al propósito de la columna. El World Economic Forum (WEF), pone frente a la mesa la estabilidad del empleo “humano” frente a la irrupción de nuevas formas de empleo “mecánico” como la robótica, que insurge con tal fuerza como para pensar que allá por mediados de la próxima década las principales empresas mundiales podrían llegar a tener la mitad de los trabajos actuales hechos por robots.


Se piensa que en este período, corto para la historia y muy cercanos para nosotros, 133 millones de puestos serán creados para este tipo de empleo “mecánico”, desplazando a 75 millones de empleos “humanos”. El anuncio es ya una advertencia tangible y no una mera posibilidad de que ocurra. El avance tecnológico trae consigo una seria amenaza a la sostenibilidad de la mano de obra como factor insustituible de la producción. Su reemplazo aparece bajo la forma conocida como “inteligencia artificial” que, entre tantas virtualidades asegura niveles superiores de productividad, confiabilidad en la continuidad de los procesos, adaptabilidad a los cambios y, por supuesto reducción de costos con su contraparte en la obtención de niveles superiores de competitividad.


La ruta está trazada. Nadie la puede detener. Es el resultado de todo un largo proceso de educación e investigación que ahora tomó velocidad de crucero. No alcanzamos a asumir todo lo nuevo que trae consigo este riquísimo proceso intelectual; pero, si tenemos o empezamos a tener claras algunas de las amenazas que no quisiéramos verlas como parte de esta incursión, aunque resultan inevitables.


Aparece un nuevo dilema: Cómo se defiende el empleo humano sabiendo que el robótico lo reemplaza en una medida todavía no definida, pero creciente hasta donde se puede ver; aunque, por otro lado depende de la capacidad creativa del ser humano para su perfección y mantenimiento.


Lo rutinario se ve como lo que más se perderá primero y con ello los puestos de menor valor agregado sin conocerse el límite al cual puede llegar este cambio. Nadie lo sabe y ello obliga a pensar y repensar como zafar este fuerte nudo de la convivencia y el desarrollo. Todavía no hay respuesta.


Colaboración

Diario El Comercio

21 de septiembre del 2018

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