Discurso de orden en vigésimo quinto aniversario de IDE business school
Autoridades de la universidad de los hemisferios
Directivos del ide
Docentes
Alumnos
Señoras y señores
Es un honor especial el tener esta oportunidad de compartir con todos ustedes en un evento de la trascendencia que significa conmemorar 25 años de una perseverante gestión educativa sustentada en conjunción de promotores, profesionales, empresarios y alumnos identificados con los principios cristianos de un humanismo profundo, sentido y practicado bajo el rigor de una ética firme e inclaudicable, que colabore en la transformación de un ecuador desvencijado, avergonzado, postrado pero no vencido por un descompuesto movimiento político que bajo sofismas de diversas envergadura pretendieron, en algunos casos con relativo éxito, destruir muchos de los cimientos de orden, honestidad y respeto que debieron ser siempre parte del corazón político y social de nuestra patria.
Por fortuna no lo lograron. El gobierno da signos de esperanza, aun cuando algunos, muy pocos lo diría perseveran con un aínco digno de mejor causa, en recuperar ese mal habido poder o esconder sus maledicencias cuyas pestilencias parecen salidas de esa extraordinaria novela del chino Mo Yan, premio nobel de literatura del 2012: “Las baladas del ajo”.
Pero no estamos aquí para poner una nota de deseperanza ni para distraernos, en algo que siendo vital para la comunidad, por esta noche puede descansar de nuestra atención, ya que la conmemoración cuya gala nos convoca hoy lleva consigo precisamente un mensaje que calza con el otro lado de esa medalla. Trae esperanza, demuestra que hay una forma práctica de preparar al capital más importante de la sociedad, el humano para defender su destino, crear futuro en un mundo pleno de oportunidades pero acompañado de retos y competencias que ponen en entredicho casi permanente lo que hoy sabemos y mañana podría quedar dentro de las anécdotas de la historia.
Por eso, educar seguirá siendo la obligación primigenia e insustituíble de los países que no se quieran ver desplazados y sus miembros perdidos dentro de ese vibrante proceso de explosión del conocimiento, que ha puesto al mundo en la cuarta etapa del desarrollo moderno. No hay excusa ni puede existir conformismo con una sociedad y un estado que sea tolerante con la mediocridad. Aquella no tiene ni puede tener cabida ya que es la peor amenaza que socaba el bienestar potencial de todos sus miembros.
Tiene igual trascendencia o cabe compararla con la permisividad ciudadana con aquellos que han acumulado riqueza de forma impropia, ventilan sus trapacerías y dejan ese mensaje a la colectividad de formar parte de un mundo pleno de amoralidad complaciente.
Y aquí está el detalle, titulo de una preciosa película del recordado Cantinflas, que me la tomo, si quieren de manera abusiva, aunque no la encontré en el rincón del vago, que por fortuna no es un autor reconocido por este claustro, sino que vino a mi mente como recuerdo de años juveniles idos y disfrutados, para relievar como países pequeños han roto las premisas clásicas del desarrollo sobre la necesidad de contar con abundantes recursos para poder tener futuro.
Hoy el mundo emergente, titulo que recoge la fuerza de su esfuerzo, ya es contrapeso del conocido como mundo maduro. Y dentro de estos, los pequeños, tipo nordicos, de aplicación económica liberal, o del sudeste asiático, han tensado y superado los indicadores de desarrollo humano que antes tenía otros propietarios.
Eso ya es historia. No hay que ser grande para superarse. Los chiquitos también tienen esa posibilidad real. Y así muchos paradigmas se han quedado en la percha. Se ven frente a nuevas realidades. Así tenemos el cuestionamiento del concepto absoluto de escasez, que no por ello deja de condicionar la capacidad inmediata de crear riqueza, con la diferencia que no es un parámetro inmutable, que nos deja a todos en el mundo de Malthus, sin opción ni solución.
Veamos un ejemplo de estos cambios, que consta en ese precioso libro titulado “Abundancia” de Peter Diamandis y Steven Kotler, sobre lo que hasta hace poco se pensaba como la reducida disponibilidad del agua dulce, cuyas consecuencias en la vida humana podrían ocasionar hasta conflagraciones mundiales. El mensaje era y ahora parece que no es de valor absoluto: “El mundo se queda sin el agua indispensable para la vida”
Hoy, la tecnología rompió esa hipótesis. el conocimiento reta estas tesis absolutas y deja a Einstein otra vez con su mensaje fresco: “La locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Por eso la economía, y no piensen que voy a tomar mucho tiempo en esta reflexión típica de la deformación profesional mía, que puede volver más arenosa la exposición y que hasta mi esposa me puede reprender por mi insensibilidad, tiene frente a si nuevos paradigmas que deben ser articulados dentro de los pilares funcionales que ofrecen certeza y crean confianza.
El mundo cambia y lo hace por lo que aprende lo cual en nada contradice que también se equivoque, pero recapacita, ajusta sus decisiones y sigue adelante. Que diferente es de aquel que Marx lo advirtió en su filosofía política. Interpretó muy bien los procesos de liquidación de controversias pero no visualizó los resultados. Creyó en un mundo de conflictos mientras la sociedad libre los utilizó para consolidar los entendimientos. comprendió, con dolor en algunos casos que la historia ya los tiene identificados por sus lacerantes resultados, que libertad y bienestar son compañeros inseparables de un viaje que crea opciones y resuelve problemas.
Sin ellas, las sociedades, para usar una figura muy elocuente que encontré en una columna especializada en los mercados financieros internacionales, llamada Seeking Alpha, que me imagino algunos aquí la conocen o la deben conocer, se parecen a los pájaros Oozlum de Australia que vuelan en circulos conténtricos, cada vez de menor diámetro, hasta girar sobre si mismo, porque no saben a donde van y extrañan su pasado.
Y sino piensen en algunos numeritos que dicen mucho lo que ha cambiado y dejan pensativo al más insensible y descreido sobre la capacidad de encontrar otros niveles de satisfacción y bienestar.
Si esta conmemoración se la hacía en 1920, es decir hace casi 100 años, por supuesto no habríamos participado nunguno de los presentes, pero si ponemos sobre la mesa la esperanza de vida de aquel entonces, que era 35 años, la estrcutura demográfica de ese evento con seguridad no contaba con los longevos que hoy disfrutamos de la vida. Y si la ponemos en 1950, esa esperanza de vida era ya de 60 años, para hoy rebasar los 74 años y en algunas partes superar los 80.
O pensemos que en 1900, el 80 por ciento de la población mundial era analfabeta y en estos tiempos no supera el 14%. o que en 1950, el PIB per cápita mundial era 3.500 dólares y en 2010 (en terminos ppp= fue 10 veces ese número.
Asi que hay mundo para tener fe, para ponernos a buscar opciones, para creer en los principios de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Habrán eso si contratiempos, algunos muy complejos, pero la historia la escribimos todos los días con lo que hacemos antes que con lo que dejamos de hacer.
Y cierro, por fin diran algunos y no les falta razón, pero creo que me pasé del objetivo que le ofrecí a mi querido amigo a quien con la calidez de siempre le digo monseñor ribadeneira, que su dedicación tan sentida y bastante desinteresada y, de todos quienes hacen la vida diaria de esta linda institución merecen un sonoro aplauso nuestro.
Muchas gracias
Abelardo Pachano