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Una papa caliente

Si las cosas son como deben ser, el crédito del FLAR por un poco más de 630 millones de dólares a tres años plazo sólo debe servir para fortalecer las reservas internacionales del Banco Central, pues el destino de los créditos que otorga esa institución multilateral busca reforzar la balanza de pagos. Ahora bien, si el gobierno nuevamente se apropia de ellas para cubrir una parte de las urgentes necesidades de financiamiento del presupuesto, que no sería nada raro ni inesperado por las circunstancias de angustia que tiene (el anterior ya lo hizo e incluso se tomó los entregados por el FMI), la mejora de la difícil situación del Central habrá quedado en un simple simulacro.


No hay como ocultar el enorme daño ocasionado por la política económica a la estructura financiera del ex instituto emisor. Abrir las puertas al financiamiento del déficit fiscal ha sido nefasto. No hay referencia histórica de una utilización tan profunda de las reservas internacionales, que por eso hoy están en un nivel tan bajo que las disponibilidades en divisas apenas si llegan al 1% del PIB, valor tan marginal que demuestra el elevado riesgo sistémico por el cual atraviesa toda la organización dedicada al manejo de la liquidez de la economía.


Un estudio hecho recientemente por una entidad financiera internacional señala que las pérdidas semanales de reservas en este año son en promedio de 100 millones, casi el doble de lo que ocurrió en el año 2016, confirmando con ello de manera objetiva el grave problema estructural de financiamiento de la economía, por lo cual incluso el compromiso ( de mínima aunque sin ningún tipo de respaldo técnico) de mantener siempre un saldo que cubra las reservas bancarias que pertenecen a los depositantes nacionales, sin importar que todos los depósitos públicos estén desprotegidos, que ya de por si es inaudito, tampoco se viene cumpliendo.


Es hora de parar esta sangría. Se ha llegado demasiado lejos y a pesar de tanta advertencia sustentada en principios de un sano manejo de política monetaria, continúan realizándose más operaciones, sin inmutarse al saber, por experiencia reciente, que el gobierno no podrá pagarlas, como ya ocurrió cuando se le entregaron más de 2 100 millones de dólares en acciones de la CFN, BANECUADOR y alguna otra institución financiera publica (que nadie sabe si valen eso y si alguien querrá comprarlas), como dación en pago de una buena parte de las deudas que el anterior, una vez más se comprometió a honrarlas y, como lo indicamos con la debida antelación, no lo hizo.


El gobierno tiene en el Banco Central una papa caliente que le puede quemar las manos. El ex emisor debe recuperar su autonomía, dejar de prestar al gobierno y proponerse un plan para recuperar tanto dinero mal prestado.


Colaboración

Diario El Comercio

06 de octubre del 2017

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