Inquietudes nacionales
El gobierno vuelve a plantear otra reforma tributaria: regresan las leyes de la herencia y de la plusvalía. ¿Cómo se entiende esto frente a la necesidad de atraer inversión?
No se concibe tanta provocación contra un instrumento vital para el funcionamiento de una economía de mercado. Y, hacerlo precisamente cuando más se lo necesita para combatir el desempleo. Incluso en los regímenes con control político absoluto se han dado cuenta, luego de muchos años de penuria y dogmatismo, que el modelo dirigista sólo ofrece pobreza general.
Muchos, la gran mayoría del mundo, han comprendido finalmente que la inversión es la contratapa del empleo. La lucha de clases marxista, demostró a lo largo del tiempo, su irrealidad. Los ejércitos de miserables, que se supone el capitalismo reproducía, a la final nunca llegaron a existir.
Aún más, los restos de estos sistemas que colapsaron por sus aberraciones, buscan con ansiedad la venida de la inversión privada. Pero, en el Ecuador, no falta oportunidad para repudiarla. Y no se trata de cien o mil familias, sino del concepto estatizante que se esconde en estas ideas. Puede ser que de inicio afecte a pocos, sin embargo, el mensaje general es de repudio al concepto de acumulación de capital, producto de una gestión privada que cumplió sus obligaciones tributarias, directas, solidarias, progresivas e indirectas.
Todos los países que aplicaron estas teorías aparentemente redistributivas, debieron abandonarlas por los daños que ocasionaron precisamente en la dinámica de crecimiento y bienestar. Los nórdicos europeos, tan comentados por esa aparente línea socialista, de difícil comprobación, las abandonaron cuando comprendieron que los capitales huían de sus países. El resultado, además, extranjeriza la propiedad de los medios de producción, pues a esos capitales no les cae ese tributo. Es con dedicatoria a los nacionales.
Bajo estas amenazas se incuban precisamente decisiones de protección personal o familiar, que destrozan el futuro del país. Ninguna barrera es eficaz para sostener los capitales nacionales dentro del país. Y los que se van, no vuelven. Las reacciones de mediados del año 2015 y la paralización brusca de la economía, respondieron precisamente a este ambiente de temor e inseguridad.
Si no existe acumulación de capital que sirva para operar un sistema que descansa en la libertad, la productividad, la competitividad, la eficiencia, y ofrece empleo, de qué modelo alternativo hablamos. Y es una acumulación que atiende sus obligaciones con la sociedad. No se trata de un capital que ha sido extraño a su papel participativo en una colectividad integrada por trabajadores y empresarios.
¿Están los bienes estatales asegurados como corresponde ante eventos de la naturaleza?
Algunos parecerían que si lo están. Algunas empresas públicas si los tienen. Sin embargo, la mayoría da la impresión que carecían de este respaldo. No conozco de pólizas con cobertura de este tipo siniestros que hayan sido contratadas para edificaciones escolares, o de salud, y peor de infraestructura como carreteras o puertos.
Qué debían hacerlo, así es. Pero, en la práctica, dado el costo y la prioridad de la vida diaria de las instituciones públicas, generalmente este tipo de temas no estaban en la agenda de gestión y, por lo tanto, no se lo hacía. Y si se lo habría hecho, correspondía ejecutarse con una compañía de seguros estatal, cuya política de reaseguros debía descansar, aunque no creo que así ocurría, en diseminar el riesgo.
Si los reaseguros también son locales, de cualquier manera el costo del daño sigue siendo del gobierno. Aquí se ve lo importante que es distribuir el riesgo, tener reaseguros internacionales adecuados, con coberturas muy altas. El nacionalismo de los seguros es otra política de un falso patriotismo que cobra por su falta de consistencia.
¿Alcanza para cubrir los gastos estatales con el dinero recuperado de los bienes asegurados y los préstamos de contingencia?
No lo se. No tengo información sobre las políticas de reaseguros de las compañías de seguros estatales. Durante los últimos años, la superintendencia de bancos estuvo interesada en concentrar los riesgos públicos en las compañías de propiedad del estado. Incluso promovieron a la reaseguradora nacional.
Si no optaron por cubrir sus seguros o reaseguros con pólizas internacionales de primer orden, cuya participación sea mayoritaria en la cobertura de los siniestros, el costo de los daños, como se mencionó en la pregunta anterior, recaerá en el propio gobierno
¿Cómo afecta el IVA en la cadena de precios y a los pobres?
Al ser un tributo que se determina sobre el valor agregado o precio final del producto, el aumento de dos puntos porcentuales afecta de manera directa en esa proporción. Los bienes intermedios pagan el impuesto, pero pueden deducirse ese valor, precisamente para evitar la existencia de un efecto cascada que multiplique el impacto.
En los productos finales exentos de IVA, el aumento se producirá en la proporción de los efectos en los insumos que si deban reconocer este tributo. El estudio de CORDES demuestra el amplio espectro de conmoción de esta medida. Involucra a más del 50% de los productos de consumo popular. Los pobres también pagan.
Y es que el IVA es un tributo de muy fácil manejo y control. Es versátil, sencillo de rápida recaudación. En etapa recesiva, como la que vive el país, profundiza el ciclo y lo hace con mucha efectividad y rapidez. A los gobiernos les gusta usarlo por su impacto inmediato, aunque sólo deben hacerlo cuando la economía permite su absorción sin dañar el espectro social. O por o menos minimizándolo.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Mayo 28 del 2016