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Cambio y solución

Las últimas informaciones económicas internacionales ofrecen resultados que confirman la recuperación, desigual y con políticas desfasadas por primera vez en muchos años, del mundo desarrollado, en tanto afloran las debilidades, lamentables y socialmente dolorosas, de muchos países emergentes. Mientras los unos crecen, los otros se contraen. Ahora, hasta los más incrédulos aprecian el cambio que vuelve a producirse en la dinámica mundial.


Obviamente, el nuevo ciclo trae retos que obligan a la revisión de las políticas económicas. En algunos casos posiblemente sólo al afinamiento de ellas, pues no está en juego el propio modelo sino su adaptación a esta realidad. En otros, la salida luce muy compleja, con dilemas de gran calado. Los perdedores de hoy, en su mayoría fueron los grandes beneficiarios del ciclo anterior.


Ahora están a prueba la consistencia de los modelos ejecutados, pues todos están sometidos a un estrés similar, y los que se prepararon, tienen los instrumentos para salir indemnes, posiblemente con poco costo social, de esta etapa de escasez.


La denostada prudencia hoy emerge revitalizada. El respeto a los equilibrios macroeconómicos reflota con vigor. Vuelven a las cavernas y, ojalá no regresen los desafíos de la racionalidad y la lógica. Ya hicieron otra vez mucho daño. Incluso amenazan al cuidado de la naturaleza.


Pero, ahora toca encontrar la salida a problemas que se acumularon por obra directa de la gestión nacional, cuya responsabilidad no debe ser soslayada y, hoy se los aprecia con nitidez: pérdida de competitividad, contracción monetaria, desfinanciamiento de la balanza de pagos, déficit fiscal.


Todos ellos actúan triturando el bienestar de la sociedad. Son parte de un molino que no ofrece otra cosa que ansiedad, malestar, dolor, incertidumbre. Y eso se siente en muchos sectores, clases sociales, que esperan una señal clara del gobierno sobre la dirección de las decisiones para saber cómo actuar de manera colectiva. Pues, ante la ausencia de un paraguas nacional que proteja a la colectividad, cada persona o empresa busca la suya.


En ese marco de acciones defensivas particulares se profundiza la crisis, emanan más problemas. Los ejemplos en el mundo son numerosos y de historia reciente. De ahí que, tener la esperanza de que se podrán conseguir más créditos para cubrir el bache, que ya se ve difícil por lo cual este semestre va a ser más duro, y continuar pensando en botar la pelota más adelante, no le pone al país en puerto seguro.


Aquí caben dos refranes: Si cambias de opinión puedes equivocarte. Si no cambias vivirás equivocado (Andrés Sid). Si piensas en soluciones, tendrás soluciones. Es la elección (Anónimo).


Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

25 de septiembre del 2015

 
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