Inquietudes nacionales
Son eficaces los controles de precios. ¿Cómo implementarlos?
Por norma general no lo son. Crean más distorsiones de las que pretenden corregir. Su implantación sólo es recomendada en circunstancias extraordinarias cuando existe algún hecho que rompe las condiciones normales en las cuales trabaja un mercado. Por ejemplo una guerra, un fenómeno natural -llámese huracán, fenómeno del niño, una sequía- que altera las prioridades nacionales, destruye la producción, daña los mecanismos de distribución y genera una escasez imprevista. Ahí el control amerita su consideración pero acompañado de medidas que busquen restaurar el o los equilibrios perdidos. Estas pueden ser de muy diversa naturaleza como apertura de importaciones, formación de centros de acopio y distribución, incentivos para cambiar hábitos de consumo, impulso de nuevas siembras o producción de bienes terminados. En fin hay una variedad de mecanismos que acompañan a los controles -que son temporales- y sirven precisamente para minimizar las transacciones especulativas.
La existencia de una situación económica que produce aumento de precios no se corrige con topes de precios, sino mediante la búsqueda de las causas que la generan y ahí es muy común encontrar soluciones para promover la producción y mejorar los canales de distribución. Poner en vigencia estos controles profundiza el desequilibrio pues desestimula la producción o retrae la distribución. Trabajar de esta manera es, permitan el paralelismo, pensar que la fiebre de una persona sólo se cura con una aspirina, cuando la causa merece otro tratamiento.
La historia nacional de los controles es rica en episodios que confirman el aparecimiento de mercados informales o negros, especialmente cuando agreden de forma flagrante la rentabilidad legítima de los productores o sus intermediarios, lo cual lleva a una situación donde prolifera la especulación y se esquilma al consumidor.
Políticas que incentivan la producción mediante reglas claras, estables, que aseguran la inversión y cuidan los derechos de propiedad, no requieren este tipo de intervenciones gubernamentales. Los ejemplos de mercados excedentarios que buscan colocar sus superávit abundan en el mundo. Ahí se aprecia las virtualidades de los ciclos que contienen políticas predecibles con los beneficios de los consumidores.
Los monopolios en muchos casos, aunque no siempre, requieren regulación pública, pero el mejor instrumento es la imposición de incentivos para la multiplicación de competidores. Cuando los mercados están llenos es señal de una economía robusta. Ahí no se necesita cercenar libertades sino impulsarlas.
¿Existe una inflación de alimentos que pueda hacer subir el índice general de la inflación a niveles preocupantes?
Al tomar la serie de precios oficial del INEC de los últimos 36 meses y comparar la variación mensual y anual del indicie general con el de los alimentos se aprecia de forma sostenida un aumento superior de estos últimos frente a todos los demás. En muchos meses la diferencia es de un punto porcentual, aunque hay otros con dos y hasta tres puntos.
Lo que no se ve es una variación, mensual o anual, que induzca a sostener la tesis sobre la existencia de una volatilidad cuya explicación descanse en la presencia de algún fenómeno que alteró la oferta de productos alimenticios en el mercado y justifique una intervención pública. Es más, lo que se ve es una conducta razonablemente enmarcada en límites históricos, también conocidos como estructurales, que no han ocasionado daños adicionales al índice general. Los aumentos de precios guardan un razonable grado de concordancia entre todos los productos de la canasta, con sus cambios relativos temporales propios de la actividad productiva de cada uno de ellos.
En los últimos meses, la diferencia de los aumentos de precios -entre alimentos y los demás- se acortó y en enero llegó nuevamente al uno por ciento.
Finalmente la inflación de febrero del 0.18% en la cual no son los alimentos los que la ocasionan confirma la falta de causalidad de esta decisión.
¿Cuánto tiempo puede tardar el cambio de una matriz productiva y cuáles deben ser sus ejes principales?
No hay una respuesta concreta. Depende de la consistencia de la política con las metas buscadas, de su viabilidad en términos del grado de aplicabilidad que pueda tener, de la disponibilidad de recursos humanos, físicos y financieros, de los incentivos, de la confianza transmitida.
De cualquier manera son procesos de largo plazo que exigen perseverancia, consistencia y que en caso de no estar debidamente configurados destruyen valor antes que crear.
A manera de referencia la política de sustitución de importaciones, tan popular en sus inicios especialmente en América Latina, fue un ejercicio que involucró varios gobiernos y tomó más de una década hasta visualizar ciertos resultados.
Hoy el mundo aprendió que hay principios y reglas que no los puede desafiar y si en la construcción de esta nueva matriz se los irrespeta, las posibilidades de éxito disminuyen. Las economías modernas funcionan sobre la base de la confianza y la estabilidad. Lo demás viene por añadidura.
Hay empresas y empresarios que se han acostumbrado a vivir con las condiciones que impone el Gobierno. ¿Hay algunos que han ganado dinero y generado riqueza en estos seis años?
Así es. Coincido con lo dicho en la pregunta y esa es una de las grandes debilidades del empresariado. Se produce un acomodo por conveniencia particular en lugar de propiciar su crecimiento sobre principios de una economía responsable de mercado.
A manera de ejemplo: durante muchos años se ha sostenido la tesis de la protección de ciertas actividades. Este gobierno ha subido los aranceles desde su inicio y no hay visos de la terminación de este privilegio que castiga a los consumidores. No hay una política que exija alcanzar en períodos predeterminados estándares de productividad y eficiencia superiores que les ponga en condiciones de igualdad frente a la competencia y beneficie a los ciudadanos.
La reticencia a los TLC descansa en esta visión. No se cree ni se quiere poner a prueba la creatividad de los empresarios y el cumplimiento de su papel en la sociedad para ofrecer buenos productos en condiciones competitivas.
DESTACADO
Políticas que incentivan la producción no requieren topes de precios.
Colaboración
Diario El Comercio
7 de Marzo del 2013