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El futuro está ahí

Para muchos la década en curso puede ser la que defina el papel de muchos países de América Latina en el mundo. Si rompen la inercia que puede afincarse por los buenos resultados obtenidos al enfrentar la crisis mundial, es posible que se inserten en el grupo de líderes del siglo XXI. Ahí está la oportunidad, qué duda cabe. Se podría decir que por fin se ve la senda que conduce a la solución de los históricos problemas que durante 200 años han convivido con las repúblicas latinas.


Pues bien, los resultados políticos en Perú reavivaron el debate sobre las alternativas de conducción hacia niveles superiores de bienestar. Humala parecía un adalid de esa vieja concepción nacionalista de reivindicaciones sociales basadas en la lucha interna, el despojo a los que algo tienen y el encrespamiento de las relaciones humanas. Pero algo le hizo cambiar. Por lo menos así aparece de sus declaraciones iniciales como candidato triunfador. Ahora luce sereno. Busca consensos. Defiende lo alcanzado y quiere avanzar proponiendo y no destruyendo.


Parece reconocer que el camino de las luchas justificadas por los sofismas que acusan a otros de todos los males del subdesarrollo y niegan las responsabilidades propias de sus gestores, no lleva a un puerto de reivindicación de las aspiraciones sociales. Ningún país que lo ha transitado ha podido alcanzarlo. Es más, todos los ejemplos de este tipo de gestión los ha distanciado en lugar de acercarlos. Por eso, con habilidad defiende una línea moderna de acción política que lo podría vincular con la hecha por Lula en Brasil.


Lula tiene muchas cosas buenas, pero también malas y otras feas. Ojalá Humala las pueda discernir. Con política económica ortodoxa sacó de la pobreza a algunos millones de brasileños. Dio continuidad al plan de Cardoso, al cual lo combatió y no le reconoce sus méritos. Por ahí es egoísta y eso daña su imagen. Ahí se ve lo bueno y malo a la vez. Si Perú mantiene su línea económica podrá impulsar los programas sociales sin dañar la dinámica que ya ha dado réditos en la lucha contra la desigualdad. Veamos si tiene la dimensión para reconocer los méritos de sus antecesores.


En el plano internacional radica lo feo de Lula. Ahí Humala debe desprenderse de esa línea de apoyo a los déspotas y dictadores que tanto daño ha hecho en el mundo y arruinan sus países.

Sin embargo, todavía es muy temprano para tener certeza sobre sus convicciones. No sabemos si el Humala de la primera etapa de la campaña es el real o si el reflexivo responde a sus verdaderas creencias. El tiempo lo dirá. Un Perú con recursos bajo un ambiente internacional de buenos precios para sus exportaciones puede confirmar la línea de continuidad, pero si hay escasez, las tentaciones populistas pueden reaparecer en el horizonte.


DESTACADO


No sabemos si el Humala de la primera etapa de la campaña es el real o si el reflexivo responde a sus creencias.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Junio 23 del 2011

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