BCE, Cultura y Hernán
El gobierno envió una reforma a la constitución y funciones del BCE. Entre ellas consta una disposición que por su trascendencia la transcribo: “Todas las competencias, atribuciones, funciones, representaciones y delegaciones, constantes en leyes, reglamentos y demás instrumentos normativos, que en materia de actividades culturales y sociales eran ejercidas por el BCE pasan a ser ejercidas inmediatamente por el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Inclusión Económica y Social, respectivamente, según el ámbito de sus competencias, junto a su correspondiente presupuesto, personal, bienes inmuebles, equipamiento, mobiliario, información y demás activos y obligaciones.”
¡Increíble! De un plumazo se pone punto final a 50 años de intenso trabajo cultural del BCE. Se esconde en una disposición general semejante cambio en el manejo de la heredad cultural que con tanto esfuerzo se la ha recuperado, para ponerla en peligro por la falta de institucionalidad y la inestabilidad política de las nuevas entidades encargadas de velar por su cuidado y mantenimiento. Ya pasó esto con la colección nacional de estampillas que fueron encargadas al correo nacional y desaparecieron como por encanto. Algo de esto pasará otra vez, pero ahora con bienes invalorables que están bajo control del BCE.
¿En qué les molesta que el BCE siga cumpliendo con un papel de guardián serio y responsable de estos tesoros históricos? Lo que propone el gobierno es un sinsentido de política pública pues se destruye una organización que ha demostrado seriedad, eficiencia, pulcritud en el manejo del patrimonio cultural de nuestro país.
Con esta forma de ver las cosas vuelve a la palestra esa vieja teoría de la administración pública, poco reflexiva y carente de realismo, de especializar todo campo de acción sin mirar las virtudes del sistema que está en vigencia. Se destroza lo poco que le queda al pobre BCE, que ahora ya ha entrado en una fase de hibernación profunda. ¡Hasta donde llega el odio a esta institución!
Que contradictoria es esta reforma frente a lo que acaba de hacer el FONSAL al publicar un precioso libro en homenaje a Hernán Crespo Toral por su inclaudicable labor en defensa precisamente de una obra y una institución que, antes de que el Estado se de cuenta del valor del patrimonio artístico que tenía entre sus manos, lo dio valor, lo cuidó, la expuso y lo defendió. El libro es la historia de un ecuatoriano que vivió con intensidad la defensa de los bienes nacionales. Que supo cumplir su papel de servicio a la colectividad con nobleza y que con pasión defendió los valores culturales de nuestra sociedad.
Ahora, con dolor vemos que este esfuerzo va camino a una depredación anunciada. Y eso no puede pasar. ¡Donde están los hombres de cultura del país!
DESTACADO
¡Increíble! De un plumazo se quiere poner punto final a 50 años de intenso
trabajo cultural del BCE.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Julio 27 del 2009