Economía amarrada
Hay Libros que llegan con una oportunidad increíble. Dan la sensación de vivir las incertidumbres, las angustias y los temores de un mundo que se afana en desconocer la historia, repetir los errores y niega la existencia de opciones que cosechan abundancia, ofrecen esperanza.
Paul Krugman, profesor de Princeton University y Premio Nobel de Economía del 2008 acaba de publicar el libro “El Retorno de la Depresión Económica y la Crisis del 2008” en el cual relata la historia, desde un ángulo neokeynesiano, de las últimas crisis del mundo contemporáneo. Ahí se ven con una claridad increíble los errores latinoamericanos, de Japón, los países asiáticos, el caso ruso, la burbuja de Greenspan. Y, como en casi todos ellos la mala conceptualización de la política económica, su escasa visión y realismo les llevó a tener problemas de tal magnitud que los convirtieron en engendro de terribles daños humanos.
Se aprecia como, lo que llama la “Compactación Keynesiana” es vulnerada de manera reiterada. A que me refiero: al hecho de que los países cuando diseñan sus políticas vinculadas con la moneda no cuidan ni son celosos del cumplimiento de sus compromisos. Ponen en riesgo la adhesión, creencia en el modelo y socavan las bases para un manejo solvente de las etapas conflictivas o problemáticas.
En ese plano, todas estas crisis se volvieron casi inmanejables y llevaron a situaciones extremas precisamente por su falta de consistencia y la equivocada interpretación de los hechos. En términos más simples, las lecciones de la historia determinan que los países que con antelación establecieron las armas con las cuales van a enfrentar los problemas al momento en que ellos irrumpan en una sociedad, son los que no cayeron en estas profundidades.
A manera de ejemplo, cuando un país decide tener un sistema de cambios fijo e inamovible, desde un comienzo sabe que las debilidades de renunciar a una política monetaria activa e independiente son complejas de manejar. Por eso debe cuidar esas armas, usarlas con oportunidad y tenerlas disponibles siempre para que cumplan con sus obligaciones. ¿Cuáles son estas? La respuesta no es nueva ni desconocida: los fondos de estabilización y las tasas de interés. Obviamente la política fiscal debe encuadrarse en el objetivo central. Pero sin ellas, las debilidades se multiplican. Lo convierten en un sistema amarrado que por su propia definición se expone más a todos los impactos provenientes del quehacer económico diario de la sociedad.
De ahí que si los críticos de la dolarización son consistentes y guardan coherencia con sus compromisos políticos, deben mantener estos instrumentos activos, flexibles a fin de que colaboren con el sostenimiento de una economía estable y segura.
DESTACADO
Los países que establecieron y cuidaron las armas para enfrentar los problemas son los solventes de hoy.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Julio 8 del 2009