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No perdamos más empleos

Si uno analiza con un poco de detenimiento, sin apasionamiento, con la mente abierta y cero dogmatismo las razones por las cuales los gobiernos están tan empecinados en enfrentar la fenomenal crisis mundial con todos los instrumentos que sean necesarios, incluso sin medir los impactos fiscales involucrados, llega a la conclusión final de que lo que buscan desesperadamente es evitar que el desempleo llegue a niveles inmanejables, similares a los de 1929-1930 que hasta ahora se los recuerda como catastróficos.


Sin embargo, esta lucha es desigual pues los daños que tienen las economías ya han ocasionado despidos masivos en prácticamente todos los países involucrados en este proceso destructivo de bienestar. Y eso se ve venir con claridad en los demás, pues la contaminación es inevitable. Así tenemos que EEUU, desde diciembre del 2007, es decir en apenas once meses ha despedido a más de 2.7 millones de trabajadores, con lo cual el total de desempleados ya superó los 10 millones. En España la cifra de parados está en los 3 millones y se estima que puede subir a 4. Cito estos casos por la vinculación con la mayoría de emigrantes que sufren en carne propia los embates de esta cruel realidad.


Muchos países han devaluado sus monedas para defenderse de los efectos de esta crisis, con la esperanza que la inflación interna no anule esta decisión y con ello puedan ganar competitividad con un tipo de cambio que simultáneamente también reduce los salarios internos y compensa en alguna proporción la caída de los precios de sus productos de exportación. De esta forma buscan mantenerse activos en los mercados internacionales, en los cuales al haber negociado varios TLC tienen además la fortaleza de diversificar los riesgos de pérdidas y minimizar la contaminación del daño social.


Para el Ecuador, la reevaluación del dólar (!) vuelve más caros a nuestros productos en los mercados externos y también frente a los importados, a lo que se suma el efecto promovido por la devaluación y la simultánea reducción de salarios en Perú, Colombia, Chile, Brasil, Australia, todo lo cual vuelve relevante la pregunta sobre la viabilidad de algunas actividades productivas, pues sus empresas se encuentran en una posición de desventaja, que les puede llevar a la quiebra y poner en jaque al objetivo de sostener los actuales puestos de trabajo.


En esas condiciones hablar de aumento de salarios cuando se visualiza una declinación de la inflación, que es una forma de mejorar la capacidad adquisitiva de las familias, es agravar los impactos de esta crisis mundial y desproteger aún más a los propios trabajadores, cuando la filosofía es “defender con los dientes los puestos actuales de trabajo” y no crear un motivo adicional para que la desocupación aumente.


DESTACADO


Lo vital es defender los puestos de trabajo y no crear motivos para que la desocupación aumente.


Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Diciembre 11 del 2008

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