Invierno en economía
El mundo está atravesado por algunos problemas que determinan un intrincado sistema de repercusiones múltiples de variada magnitud. Energía, alimentos, bienes raíces, sistema financiero y gasto público se han combinado de una forma tal que están chocando de diversa manera y con distinta intensidad en las disímiles economías tanto desarrolladas como emergentes.
Ya no hay una segmentación de beneficiarias y perjudicadas que siga la conocida estructura histórica, en la cual por lo general los países del hemisferio norte casi siempre tenían mecanismos de defensa que los inmunizaba de los daños y transmitía sus efectos a los del otro hemisferio. Ahora, comparten los beneficios algunos del sur con pocos del norte. Incluso regiones como África tiene frente a sí una oportunidad de conseguir amplios y sostenidos beneficios como nunca antes lo había visto.
Sin embargo, al interior de cada país, beneficiado o con problemas la distribución de la riqueza o de los costos no es proporcional o equitativa.
Así lo sienten los ecuatorianos a pesar de la abundancia de recursos que recibe y tiene el gobierno como producto de la enorme afluencia de dólares provenientes de la exportación petrolera. Sólo miremos cómo el presupuesto ajustado con la eliminación de los fondos petroleros ya representa el 34% del PIB, porcentaje record en la historia nacional.
El Ecuador es precisamente uno de los ganadores en la nueva confluencia de precios de los bienes que se transan en los mercados internacionales, pero el 46% de la población nacional siente que su situación económica es peor que hace un año y sustentan su apreciación en la pérdida de los dos pilares de la política económica: estabilidad de ingresos y empleo. El aumento del costo de la vida ha creado un rictus en el semblante de la mayoría de ciudadanos. Cada día su ingreso real vale menos y esto ya no ocurría en el país. Por lo menos al nivel actual no se veía una inflación anual del 6.6% desde octubre del 2003. Así lo dicen los encuestados por Informe Confidencial que responden poniendo a este problema como el de su mayor preocupación, opinión que también recoge la investigación de Santiago Perez, consultor del gobierno.
Y no les falta razón porque el aumento de los precios de los tres primeros meses del año es tan fuerte que la tendencia la puede colocar cerca o en dos dígitos para fin de año, con las repercusiones que podemos imaginar.
El desempleo es el otro dolor de cabeza de las familias nacionales. El 69% de los encuestados consideran que el empleo disminuyó en el último año, lo cual confirma la existencia de un débil proceso de inversión nacional que no ofrece nuevas oportunidades de trabajo, a pesar de lo cual se discute un Mandato que creará sin duda alguna mayores resistencias a la viabilidad de muchas actividades nacionales.
El irrespeto al principio de un trato justo y equilibrado entre trabajadores, empresarios y Estado está creando las condiciones de destrucción de bienestar pues no existen incentivos que exploten las virtualidades de un sistema de mercado competitivo. La inversión es un fantasma, mientras sólo se ve inflación sin crecimiento como dos nubes negras cargadas en el horizonte que además no tienen atención pública.
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La inversión es un fantasma, mientras sólo se ve inflación sin crecimiento como dos nubes negras.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Abril 17 del 2008