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Siguen los fuegos artificiales

La discusión política de las ideas que se creen son los vitales para la “refundación” (lindo término recientemente inventado y que no significa nada) del país avasalla con los temas de interés nacional. Los somete al anonimato. Los posterga. Los desatiende, para luego explotar con ellos buscando responsables.


Todos los días, sin descanso ni los fines de semana hay alguien o algo que atrae como imán la atención colectiva. Por supuesto no es un hecho positivo, que genere aliento o que ponga sobre la mesa un tema para la discusión y solución colectiva. Se trata siempre de una denuncia brutal que en pocos días se acumulará en el tacho de los desperdicios nacionales, un complot, una amenaza y hasta propuestas que rompen los principios en los que se sustenta un país libre, con empresas privadas y personas que luchan todos los días, defienden su honor y creen vivir en una sociedad moderna, respetuosa del derecho ajeno, pero que se estrellan con esa realidad agresiva y anarquizante que busca destruir todo lo que encuentra a su paso.


No se habla por ejemplo del problema del desempleo que es un efecto muy difícil y doloroso de resolver cuando una colectividad mantiene vigente profundos desentendimientos sobre temas vitales, y no defiende los principios que gobiernan una sociedad de mercado. En los últimos meses el número de desocupados ha vuelto a subir. Ahora rebasan el 11% de la fuerza laboral y, de todos ellos, el 61% son jóvenes de edad comprendida entre los 18 y 30 años. ¡Ahí esta el germen de tanto emigrante! Pero poco se analiza para resolver el problema. Se habla de propiciar la inversión privada, pero acto seguido se la cuestiona con proyectos, leyes y decretos que coartan su gestión. No hay una postura nacional consistente sobre la defensa de la libertad de empresa, por supuesto responsable en el cumplimiento de sus obligaciones, como el medio insustituible para generar empleo y riqueza.


Tampoco se comenta lo que está ocurriendo con la inflación. Parece que el problema desapareció del planeta, cuando en realidad su comportamiento denota una reinsurgencia que, de no atendérsela a tiempo, puede devenir en un factor de descomposición social complejo. Esto lo digo porque la inflación acumulada entre enero y agosto de este año es el doble de la del 2004 y puede llegar al 3% a fines de año.


La inestabilidad política y la falta de entereza para resolver las profundas deficiencias en la organización del Estado tienen responsabilidad en este hecho. Los precios de los servicios públicos siguen con una conducta expansiva muy fuerte pues en el último año se han incrementado en más del 11% y eso que todavía no vemos los efectos de la catástrofe eléctrica acumulada desde 1991 que ningún gobierno ha sido capaz de resolverla atacando las raíces de su descomposición. ¡Hablamos de competitividad y eficiencia y no hacemos nada para arreglar las causas de nuestro horrible puesto mundial 103! Educación también aporta a este rebrote de precios con un 9% de aumento, y ahora, perdonen la digresión sabemos por la Ministra que 12.000 maestros no trabajan pero cobran 76 millones de dólares anuales estafando con su irresponsabilidad a la niñez y apropiándose del dinero de todos los ecuatorianos. ¡Vaya ejemplo de ética y moral!


Los problemas del país merecen más respeto y no fuegos artificiales.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Octubre 5 del 2005

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