Tanto va el cántaro al agua...
El Ecuador asoma nuevamente en los noticieros internacionales. CNN, TVE, BBC, los principales diarios de América Latina e incluso los norteamericanos y europeos se ocupan por fin de nosotros, pero lo hacen sólo porque nos hemos ganado un espacio dentro de las noticias negras, malas. De aquellas que confirman la existencia de una sociedad primitiva por la forma como sus líderes la conducen y que hacen méritos con una insistencia que ya se querría la consecución de un objetivo digno de la sociedad. ¡Somos la imagen de un país con política agusanada! Nadie nos entiende, ni nosotros somos capaces de explicar lo que por aquí ocurre porque la razón de la sinrazón es el eje consuetudinario de las justificaciones que emanan de los dirigentes políticos encargados de cumplir tareas especificas y de velar por el interés público. El ex gobierno y sus aliados nos cansaron con tanta irracionalidad y abuso de la “buena voluntad” que a simple vista parecería que tenemos todos los que vivimos por esta tierra. La corrupción económica, política, la búsqueda del interés personal o del partido por encima de los nacionales colmó la paciencia de la ciudadanía que se mantenía aletargada del mundo político. La oposición con sus inconsistencias y cálculos también contribuyó a este agotamiento nacional. Por eso, la proclama de que “se vayan todos” resume el pesado ambiente nacional.
Desde hace rato el gobierno perdió la compostura. En esta semana Quito recibió nuevas agresiones de este. A los grupos indígenas manipulados se sumó una invasión de partidarios asalariados del ex ejecutivo traídos desde la costa. ¿Qué quiso el gobierno? porque lo que encontró fue una reacción mayor en la lucha por la dignidad. La nuestra es una ciudad tolerante en exceso, pero cuando pierde la paciencia, es como el buey manso, nadie la para. Lo que vivimos fue la cosecha de tanta agresión y abuso político y de los políticos. Lo que en realidad fue incapaz de hacer la oposición lo ha hecho la ciudadanía, y dentro de las proclamas ya se aprecia la radicalización a la que conduce una situación como la del momento. ¡Aquí se ve los costos de tanta ignominia política!
En este caos, ciertos “demócratas” llamaron a las FFAA a intervenir en la solución del problema. Se olvidaron de los principios constitucionales que nos rigen. O será que ya a nadie le interesa lo que dice en ese cuerpo legal, pues hemos visto en los últimos meses tanto acto y decisión publica reñida con la Constitución que parecería que la “ley de la selva” se ha entronizado en el país. La última decisión del Congreso de cesar al Presidente es una tercera reiteración en ocho años de esta línea de acción irrespetuosa de la carta magna, cuya “democracia” depende de la voluntad de las FFAA y no de la aplicación de las normas constitucionales. ¡Cuándo seremos consistentes!
En la crisis actual no hay otra razón que la mala conducta, las malas decisiones y las malas relaciones políticas, pues los sectores económico y social han resistido las innumerables provocaciones políticas, que es admirable no haber tenido secuelas inmediatas evidentes, aunque las de largo plazo ya están sembradas en terreno estéril. Veamos que pasa a partir de ahora porque un desaliñamiento en estas áreas pondría al país al borde de otra catástrofe, y ahí nuevamente serán los pobres los damnificados.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Abril 21 del 2005