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Ética y economía

De que sirve la política económica si las instituciones que tienen la obligación de aplicarla carecen de normativas y principios. Eso ocurre con buena parte de las transacciones de comercio exterior que se supone están sometidas a criterios de selectividad y protección, pero que en la práctica, por motivos de corrupción empresarial o política, no se las aplica. La triste historia de las aduanas ecuatorianas, aupadas por algunos sectores políticos es un vivo ejemplo del divorcio entre los valores morales y la vitalidad de los modelos económicos.


La evasión de los impuestos es otro caso clamoroso de rompimiento de las responsabilidades ciudadanas que repercute en la eficiencia de la política económica. De que sirve plantear, en este plano puramente práctico pero contrario al sentido social y más que nada de equidad, la progresividad de los sistemas tributarios si su sustento se desmorona ante actitudes de corrupción tributaria.


Y así podemos seguir la enumeración de hechos que avergüenzan al país frente a una comunidad internacional, que con sus problemas y contradicciones, hace esfuerzos por mantener la transparencia y afincar principios que defiendan un sistema con valores.


Una nueva vertiente de pensamiento económico sostiene la existencia de un Capital Social formado por la acumulación de valores éticos, conciencia cívica, derechos intocables que sirve de basamento para la acumulación de bienestar. Cada día se afianza más la percepción de que la ética es una variable que define el desarrollo. Un país sin valores es un país a la deriva. Un país sin líderes es un país sin horizonte. Utilizando las ideas de Amartya Sen, Premio Nóbel de Economía, podemos decir que los valores éticos de los lideres políticos, de los empresarios, de los profesionales y por supuesto de de los dirigentes sociales son parte de los recursos productivos de la sociedad. La honestidad, la educación son ejemplos de los activos con los que cuenta un país, mientras la corrupción, la especulación, la falta de escrúpulos, la permisividad son pasivos de la organización social.


Luchar por construir, o mejor recuperar los principios que en algún momento estuvieron presentes en el Ecuador, es una gestión que si bien luce dura, no tiene dilema. Ahí cabe la conjunción de voluntades para consolidar instituciones, que con las limitaciones propias de sus inicios demuestran carácter para defender los intereses colectivos. ¿Cuánto hemos avanzado en la lucha contra la evasión tributaria y cuánto mas debemos hacerlo? Las cifras nos dicen algo. En 1990 los impuestos recaudados llegaron a 570 millones de dólares, con un equivalente a apenas el 5.7% del PIB. En el año pasado se llegó a 2.974 millones de dólares, cinco veces mas lo de hace 14 años y con un peso frente al PIB del 11.1%.


Las cifras son elocuentes, pero nos falta mucho por recorrer, pues según algunos cálculos sobre el valor potencial de recaudación, con las leyes actuales, sin cambiar los impuestos, pero cobrando y pagando con honestidad lo que se debe, el Estado podría recibir 7.600 millones de dólares, es decir un poco mas del doble de lo alcanzado. ¡Que baja es la escala moral y ética que rodea a la sociedad!


La evasión sigue siendo un poderoso factor que corroe los andamiajes de un país que clama por una vía de salida a nuevas etapas de desarrollo.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Febrero 11 del 2004

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