Transición responsable
Conforme avanza el año se aprecia una declinación de la actividad económica. Las percepciones diarias que se recoge de las decisiones de empresas y personas sobre la ejecución de nuevos proyectos, así como de las opiniones sobre la demanda de los productos ecuatorianos, confirman esta visión, que está cristalizada en la última previsión de crecimiento del 3.5% del PIB.
La situación critica de algunos países de Latinoamérica ha ido minando los cimientos de los programas económicos de todos los demás. Resisten mejor aquellos que fueron precavidos, cuidaron sus recursos, fortalecieron sus reservas, mientras los inclinados hacer “populismo económico” tienen dificultades.
Los procesos políticos, que en esencia no deberían constituir un factor perturbador en las sociedades democráticas con economías de mercado, como ocurre en los países europeos, EE.UU., Canadá, alteran notablemente el trabajo diario de los países latinos, provocando daños por ese afán “reivindicador” que ilusiona a muchos y defrauda a todos.
Hasta ahora en la región no cuaja el sistema político con el esquema económico. Ciertos políticos continúan buscando, y lo que es peor, ofreciendo soluciones mágicas, cuando se sabe que ellas no existen. Los ejemplos en nuestro país son innumerables. El caso de la “reinterpretación” del Décimo Cuarto Sueldo que parece caída del cielo y cuyos efectos en las cuentas fiscales llevará, por una vía u otra, a aumentar impuestos, el precio de la gasolina, gas, mientras en las empresas privadas inducirá a subir precios y contribuirá a reducir el margen, si lo hay, de competitividad que puede llegar hasta la pérdida de fuentes de empleo.
La generalización del 25% del Impuesto a la Renta a lo Municipios sin transferir responsabilidades, aunque parezca justa, debilita el Presupuesto del Gobierno. Quienes aplauden hoy esta decisión deben responsabilizarse de los ajustes para cubrir el desbalance creado. Igual ocurrió con el famoso 15% de participación de los Organismos Regionales. Inicialmente se distribuyó “partidas no usadas” que no existieron, lo que llevó al incumplimiento de la ley y a la imposición de más cargas tributarias a todos.
La decisión de aumentar la masa salarial en más del 56%, sin financiamiento real, obliga al Presupuesto del 2003 a buscar dinero extra para cubrir estas erogaciones. En este sentido, el Gobierno actual, cuyo Ministro de Economía ha iniciado un proceso de transición ordenada, debería completar su trabajo haciendo de la transición también un proceso responsable y comprometido con el país. Con estos hechos debe rectificar aquella frase que descompuso su papel en la historia.
El Presupuesto del 2003 no puede sustentarse en supuestos de alta fragilidad como el precio del petróleo en US$ 22. Tampoco debe esperar excedentes en las recaudaciones tributarias, porque ese margen se absorbió entre el 2001 y este año. Si no, vean como la recaudación del IVA en Agosto ya no sólo que no es superior al del 2001, sino que declinó en el 1.8%. Entonces los excedentes que tuvieron estos conceptos y que en conjunto le dieron a la Caja Fiscal entre 1.500 y 1.800 millones de dólares, es muy difícil que se repitan en el 2003.
El gobierno debe completar los ajustes que cierran el círculo responsable de su desempeño.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Octubre 10 del 2002