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Inquietudes nacionales

¿De que manera el conflicto colombiano puede afectar a la economía ecuatoriana, siendo ese país uno de nuestros mercados estratégicos?. ¿De que manera podremos compensar si hay desfases en nuestra relación comercial?.


Desde 1992, con excepción del año siguiente, el déficit comercial con ese país ha sido constante y creciente. Llegó a $ 477 millones el 2001. El record de ventas nuestras se lo alcanzó en 1997 con $ 355 millones, mientras los colombianos tienen su mejor año el 2001 con $ 770 millones. Este comercio bilateral representa el 14% de las transacciones con todo el mundo.


Mientras el Ecuador eliminó la política cambiaria, Colombia la utiliza como mecanismo de regulación coyuntural. Desde este ángulo, la posición nacional está desprotegida. Toda negociación comercial dentro del Grupo Andino que no contemple la armonización de las políticas cambiarias va en desmedro de los intereses ecuatorianos. Esto ya se vio en el Mercosur y se debería aprender la lección.


El conflicto por su parte altera toda la región fronteriza, exige más recursos para la defensa, contagia la violencia. Los costos generan mas presiones fiscales que obligan a subir impuestos o a reducir otros gastos. Se descomponen muchas actividades. Con dolarización los espacios de ajuste son reducidos, mientras Colombia puede usar el tipo de cambio como compensador temporal.


En una economía dolarizada como la ecuatoriana sigue siendo importante el índice de la balanza comercial. Es preocupante que importemos tanto.


La balanza de pagos ecuatoriana en su resultado de cuenta corriente es normalmente deficitaria. Como cualquier país en desarrollo necesita de los capitales externos que cubran esa brecha para sustentar su crecimiento. Sin embargo, al descomponer el análisis de este resultado se encuentra que mientras la balanza comercial (exportaciones-importaciones) ha sido superavitaria, la de servicios que registra el pago de intereses, transportes, seguros es negativa. Es decir, para ponerle en términos muy simples, lo que acumulamos por las transacciones de comercio sirve para pagar buena parte de aquellos rubros en los cuales el país tiene obligaciones corrientes superiores de la mas diversa naturaleza.


Desde 1992 todos los años han tenido superávit comercial y por montos considerables. Las exportaciones subieron de $ 3.066 millones hasta $ 5.264 millones en 1998, que ha sido el mejor año de la historia ecuatoriana en ventas al exterior. Por su parte las importaciones han oscilado entre $ 1.250 y 1.750 millones. Sin embargo, tanto en el 2000 como en el 2001 el boom de compras desbordó los niveles históricos. Pasaron a $ 2.442 y $ 4.877 millones respectivamente, con lo cual el año pasado es el primero en arrojar déficit comercial desde 1987, cuando se rompió el oleoducto.


De otro lado y para entender el problema en una óptica un poco mas amplia, señalemos que con la dolarización se trasladó la creación de dinero del Banco Central al resultado de los flujos de capitales con el exterior. Por lo tanto, si tenemos una balanza comercial deficitaria se necesita cubrir este nuevo desface con mas dinero externo a fin de que no se produzca una caída de los depósitos del sistema financiero con las secuelas que ello acarrea. ¿ Qué significa esto?. Que el equilibrio de la economía nacional va a depender de lo que envíen los migrantes, del volumen de inversión que venga al Ecuador, de la deuda que se contrate en cantidad suficiente no sólo que compensar sus amortizaciones y los déficits comercial y de servicios de la balanza de pagos, sino dejar un remanente positivo que permita alimentar las necesidades de crecimiento del país.


El caso Argentino siempre tuvo superávit comercial, aún en los momentos mas duros de cuestionamiento de la convertibilidad. Entonces, si se mantiene esta situación, la dependencia de la economía ecuatoriana en las relaciones internacionales será mas profunda y delicada. La credibilidad y confianza serán vitales para la supervivencia del país, además del problema que se produce en la estructura productiva y el empleo nacionales.


La competitividad y la productividad son referentes permanentes en toda cita económica. ¿Cómo se las mide? Cómo podemos saber si hemos mejorado en estos índices durante la dolarización.


Son la resultante de la interacción de numerosos factores, casi todos propios de un país, que en conjunto promueven u obstaculizan la ejecución de tareas propias de los procesos productivos. La política económica en todos sus campos de acción define la forma como se conducen las actividades nacionales en los mercados externos. Se destaca la política fiscal y su estructura impositiva, la política salarial y la productividad, el gasto público y la forma como se atiende a la educación, el sistema financiero y las facilidades crediticias, la iniciativa empresarial en la búsqueda de nuevas formas de producción, la estabilidad interna, la seguridad jurídica y el respeto a los contratos, la conflictividad laboral, el clima político.


El Foro Económico Mundial tiene un indicador denominado Indice Global de Competitividad, en el cual el Ecuador ocupó el último lugar en el año 2000. (Puesto 59).Para el año 2001, de una muestra de 75 países se ubicó en el puesto 68.En términos proporcionales hay una leve mejoría, especialmente influenciada por la declinación de la inflación y el restablecimiento de las finanzas públicas.


La educación, el débil vínculo de las universidades con las actividades productivas son dos causales primarios de la baja productividad. La pobreza complementa este panorama. El camino para llegar a un nivel adecuado que ofrezca oportunidades de competir en campos que tienen alto valor agregado es largo y la responsabilidad de ponerlo en vigencia es compartida entre el gobierno, los gremios empresariales y de trabajadores.


El destino de Argentina será la dolarización. ¿La hará de emergencia como la hizo el Ecuador? ¿Será una solución para ese país que por lo menos la convertibilidad lo dejó con una moderna infraestructura?


No se ve ninguna señal en esa dirección. La profundidad de la crisis es superior a la de 1999. Se estima una caída del PIB del 9%, una inflación de mas del 90% y en términos de dólares una reducción del 40% del PIB. El desempleo supera el 20%. El sistema financiero perdió su patrimonio. No se ve el camino de solución. La recuperación tomará muchos años.


Colaboración

Diario EL COMERCIO

Marzo 13 del 2002

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